La derecha no se dedicaría a hacer un mejor trabajo. ¿Quién puede entender que dentro de nuestra izquierda pueda existir un grupo que esté tratando de descalificar a Mario, de hundirlo, un hombre que con su cuchillo de claridades, cada noche, está allí tratando de orientar, mostrando por dónde nos están penetrando y arriesgando con grandes esfuerzos la vida de su equipo de labores? Si no fuera por Mario, el “angelito” (mariquito) ese, el Pajulio Rivas, no estaría en la cárcel. Si no es por Mario no se hubiera contenido, como de hecho se ha dado, el protuberante pelotón de masturbadores de Javu (Jóvenes Activos Unidos por Venezuela) que en cada marcha provocaban docenas de policías heridos y que era un pretexto de los medios poderosos para colocar a Venezuela como la madre de la represión en el planeta. Si no fuera porque noche tras noche está allí Mario señalando los planes del delincuente de Cabeza e´ Motor, no habría éste “juyido”, cagado, como lo hizo a Perú. Si no fuera por Mario, a los payasos de Ismael García y Juan José Molina, de Podemos, todavía seguirían cogiendo airosos pantallas como grandes caballeros de la libertad y de la democracia. Y así por el estilo, miles y miles de luchas emprendidas por Mario, casi en solitario, desdeñado a veces por el mismo poder del gobierno y del propio PSUV.
Toda esta ingente labor, Mario, parece que no te la perdonan muchos camaradas, seguramente, Mario, porque ellos están haciendo gestas y tareas mil veces superiores a la tuya. En lugar de dedicarse a hacer trabajo de inteligencia social para conocer los planes de la derecha, para crear conciencia revolucionaria, para leer o investigar, entonces se dedican a procurar joderte, sabotearte, confundir a otros camaradas. Qué buena vaina.
Cuando Mario se entregó de lleno a la campaña electoral en Carabobo, cuánto echábamos de menos de su programa. Y si algo llegamos a comprobar en esos largos meses, es que esa es una lucha que cualquiera pueda asumirla, emprenderla. Para dirigir La Hojilla se requiere mucho olfato, fina percepción de los detalles escondidos subliminalmente en los pliegues basales de ese tumor congestionante, llamado cerebro. Y cualquiera que se echa en un sillón o en la cama a ver 15 segundos de una edición que hace Mario, no sabe ni por el carajo, las horas que toma. Todos los males físicos que ha padecido Mario en los últimos tiempos, es producto de no poder dormir prácticamente un carajo, de estarse horas y horas sentado frente a un computador, de comer mal, de vivir encerrado en esos salones con aire acondicionado de Venezolana de Televisión hasta casi la madrugada y además de todo eso y mucho más estar pendiente de cientos de horas de televisión de canales nacionales e internacionales, leer toda esa mierda de la prensa escuálida, recibir y seleccionar cientos de denuncias extremadamente peligrosas (porque son como armas de doble filo); todo eso sencillamente porque la guerra actual contra Venezuela es mediática o como dicen los expertos, de Cuarta Generación. Pero hay pendejos que creen que lo de Mario es fácil, sencillamente soplar y hacer botella (lo cual tampoco me parece fácil). Además, yo estoy seguro que si aparece alguien que supere a Mario en este terrible trabajo, él se apartaría y le daría su lugar. Estoy seguro que también como ser humano necesita ser un poco como los demás, salir de esas mamparas, de esos encierros tenebrosos y húmedos, de esas luces artificiales de pantallas y lámparas que enceguecen, que aturden. Es un trabajo, el de Mario, que exigen muchas condiciones: valoración de los hechos, capacidad de selección de lo necesario, el juicio equilibrado, contener muchas arrecheras y andar con mucho tiento todos los días por sobre el filo de la navaja. Entonces, los que están abajo mirando el trabajo de este jodido equilibrista que se pasea todas las noches por esa cuerda floja, entonces se ponen a decir: “yo lo haría mejor”, “yo bailaría en una sola pata”, “yo me pondría de cabeza y caminaría de nalgas”,… no nos jodan, caballeros.
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