Tómese cualquier aspecto de la realidad venezolana o situación en la cual el Estado Venezolano haya desarrollado una política pública, haciendo uso por supuesto de la renta petrolera. Váyase al sector educativo, al de salud o ve el caso de la administración de justicia. En cualquiera de esos sectores rastré o capture datos de esa realidad para que a través de esa información, compruebe cómo se ejecutó en el país una política clasista. Si hace eso, que no es muy complicado, tendrás la opción de observar el comportamiento de la sociedad venezolana y de descubrir por medio de esos datos; ese acontecimiento social que tanto descarta la derecha (por que es parte de su discurso desmovilizador) y que toma sentido en la lucha de clases. Claro, en estos casos no se está en condiciones de visualizar la lucha de clase. Seguramente no podrá ver ese drama, pero si logras reunir una cuantas informaciones estadísticas, observarás algo peor: El dominio y aprovechamiento de lo público (renta petrolera) para el beneficio de una clase.
Unos pocos datos estadísticos abrirán el entendimiento para ver un fenómeno más perverso, porque una lucha supone un reconocimiento del otro y una resistencia de “ese otro”. En este caso, la realidad no te permite captar esa lucha (lucha de clase) sino una dominación para la exclusión. No hubo lucha ni resistencia, porque de alguna manera los mensajes hacían ver que la condición de pobre y excluido era un destino o una situación producto de la falta de competencia o adaptación a un sistema social, que con sus respectivos mecanismos de selección natural, coloca (“naturalmente”) a unos en la ruta del éxito y a otros en la ruta del fracaso. Esos mensajes y la falta de una propuesta política alternativa por parte de la izquierda, facilitó la exclusión. No hubo mecanismo (ni políticas públicas) para compensar diferencias, sino para ensancharlas.
En estos ámbitos (Educación, administración de justicia, salud) tendrás la posibilidad de ver el drama observando la causa de este fenómeno o captando las innumerables consecuencias. Si opta por ver las consecuencias y decide) por ejemplo) focalizarte en el sector educativo, revisa una memoria educativa y observaras que los niveles de repitencia y deserción tienen rostro. Si deseas particularizar mucho más ese “logro” perverso de la derecha venezolana en el proceso de exclusión, busca los datos disponibles en la OPSU[1] y veras más claramente reflejada la dominación de una clase sobre otra, sin darle la opción a la lucha. Las Universidades publica se abarrotaron de jóvenes provenientes de los Segmentos A y B de una clase social. Es decir las universidades se llenaron de “culitos blancos”.
Hay una investigación que realizó Eduardo Morales Gil (La Educación de los Pobres. De la Educación Superior Venezolana) para optar al título de Doctor en Ciencias Sociales. La investigación tuvo mención honorífica y de publicación y en ella, la realidad aparece con todos los datos que confirman esta hipótesis de profunda exclusión. Este trabajo de investigación casualmente no es de un izquierdista, sino de un gran adeco que fue gobernador del estado Sucre y compitió nuevamente por ese cargo en las elecciones pasadas. En este caso, el discurso de la derecha y de los expertos en educación viene por el atajo de la educación privada, argumentando que la educación que se ofrece en los planteles privados es de mejor calidad que la ofrecida por instituciones pública. Ese discurso que es una media verdad, “omite” el derecho que tienen todos los venezolanos a la educación y por supuesto, oculta como la política del Estado favoreció a una clase social. El Estado no dispuso de un mecanismo para asegurar la igualdad y equidad, al contrario, la academia creo instrumentos para ensanchar la desigualdad.
Cuando la política para favorecer a los sectores privilegiados (culitos blancos) era irreversible en ese marco, optaron por crear en algunas universidades programas, no para incluir, auque ese era la supuesta razón, sino para enviar el mensaje de la existencia de un “boquetito” a través de los cuales la pobres tenía la opción de reconocerse como excluidos. Como eres pobre y excluido, aquí tienen un programa de compensación a ver si puedes tener derecho a un cupo. Esa política perversa de exclusión produjo (como una pequeña formula de lucha) los cientos de comités que se crearon en el país para democratizar la entrada a las universidades.
Si deseas continuar enfocándote en las consecuencias para visualizar la perversidad y el carácter de clase de esa política, tomate el caso (otro ejemplo) de la administración de justicia, acude a los registros de personas detenidas (ayer y hoy) por delitos y trata de ver lo que pudiéramos llamar “hoja de vida”. Observaras que la mayoría están juzgadas por robos, tienen un determinado rostro que lo conecta con su condición social y su paso por la escuela no cubrió muchos años. Si sumas la cantidad (en dinero) de estos miles de robos realizados por estos jóvenes, con los pocos robos en grandes cantidades realizada por adecos-copeyanos al tesoro público, observaras que no hay comparación, pero no existen registros carcelarios de estos ladrones de cuello blanco. La “justicia” los absolvió o en el peor de los casos, estos ladrones medio adulto y profesionales muchos de ellos, disfrutan de un dulce exilio en otras tierras. Unos quedan marcados y los otros (lo de cuello blanco) la sociedad que acumuló privilegios los cobija y continúa dándoles oportunidades sociales.
evaristomarcano@cantv.net
[1] La OPSU durante la Gestión de Luis Fuenmayor publicó sendos estudios sobre el proceso de exclusión en las universidades públicas en los cuales se describe cómo la condición social del estudiante es el factor básico para asegurar ese derecho a la educación. En un número extraordinario de la revista Pedagogía de la Escuela de Educación de la UCV, se recoge parte de ese estudio.
marcano.evaristo@gmail.com