Estamos
acostumbrados a la lucha. Nadie sabe más de lucha que el pueblo. Ni
Matacuras, ni la lengua trabada Nitu Pérez Osama, perdón, Osuna, ni
Giusti, ni Néstares, ni jugos de peras, podrán doblegarnos. A la razón
no la doblega la mentira. Es lo que harán desde esa casa de ladrillos
olorosa a cloaca, a pestilencia, a odio y frustraciones. Hace más falta
un obús que esa ristra de golpista desdibujados, viejos artríticos,
con los huesos rotos, olorosos a alcohol escocés. Este pueblo está
acostumbrado a las ráfagas, a los disparos de la traición, al murmullo
de los apátridas, que es toda esa camada de buhoneros mediáticos
que se acomodan como hienas en busca de sobras.
No le tenemos miedo a GLOBOTERROR, A VENENOVISIÓN, A RATACTV, A NADIE,
somos soldados imbatibles. Prepárense a la lucha que la tendrán sin
respiro.
Así
piensa el pueblo del 23 de Enero, de los Frailes, de Lídice, del
Manicomio, de Pro Patria, de Antímano, de Carapita, de Petare, de la
Pastora de San José, de Caricuao, de Miranda de Venezuela entera. No es
desde un viejo, quejumbroso, fantasmal lupanar digno de aquelarres
y brujerías, de donde van a salir las voces de los cadáveres de
ultratumba, que van a intimidar a un soberano que ha hecho de la
lucha una víscera de su órgano biológico. Los ladrillos de esa casa de
ultratumba, de ese garito de diablos, de monstruos, no es desde esa
pensión de borrachitos, de taguara, de guarapa, de palafito de ratones,
la que le va a quitar su justa dimensión a la lucha.
Desde ya está el pueblo en sus trincheras. Los avista. Los observa
entiende que son los mismos cobardes de siempre, huelen a feca de
nervio. Son los mismos que dieron el golpe de Estado contra el gobierno
de la mayoría. Los escucha el pueblo en sus maldiciones, los palpa con
los colmillos gigantescos, chorreados de sangre. Los mira en las viejas
chimeneas de esa casa maldita, de donde se han planificado ladronismos,
bajezas, maldades, muerte contra los pobres. EL EDIFICIO DE RADIO
CARACAS es la catacumba de la cual habló el Dante en sus viajes
de miedos e infiernos, una pensión macabra, cubierta de escupitajos. De
sus paredes cuelgan vestigios de tortura, de sangría. Por el edificio
de Radio Caracas pasó Eneas vía al infierno, ahí observó la
flagelación de los impíos, escuchó el atroz canto de la muerte el
ulular perenne de los condenados.
En el viejo edificio de Radio Caracas se escuchan gritos
demoniacos, hierros que chocan contra huesos petrificados, gritos
electrizantes, ¿qué hará en en ese lugar la Nitu de la delicadeza,
cuando pendiendo de una cuerda vea al cuervo de Allan Poe, del demonio
encabritado sobre los hilos de un tridente. El pueblo no le teme a los
demonios que van a ir a Radio Caracas los enfrentará en sus locuras,
en su sadismo, en su aberrante perdición de odios, racismo y mierdas.
No es ese lugar de El Paraíso infectado de vejetes
ociosos el que va a producirle miedo a los camaradas, van a ir por ellos,
los enfrentarán con todos los hierros; los hierros de la razón, del
amor, de la equidad, de la inteligencia. Nada podrá hacer ese hombre
con cara de botella de ron, ni el otro que asesina monjas, ni la otra
de la cual dudamos tenga femeneidad.
Vengan, el pueblo los espera, el pueblo soldado, el
pueblo humilde. El pueblo que no teme a las sombras, el pueblo que
inició con Bolívar la más increible saga de lucha y libertad por cinco
países.
LA CASA DE LADRILLO MALDITO no va a parar a la revolución; caerá si es
que decide enfrentar a esta molécula gigantesca, a este océano que no
ha dejado jamás de velar por la equidad y la paz, pero que en segundos
puede transformarse en el más grande paladín por la libertad. Está el
pueblo de Dios listo para enfrentar a LA CASA DEL DEMONIO, el edificio
de Radio Caracas con sus periodistas golpistas diabólicos... allí habita Satanás con su cuerda de imperialistas.
aenpelota@gmail.com