Cuando los doctores Caldera y Luis Herrera se alejaron de este mundo para compartir niveles superiores de existencia, la franja humana que apoya el socialismo en Venezuela asintió hasta con respeto tan naturales sucesos, y el presidente Chávez procuró con misericordia, su sentido pesar, que extendió hasta sus familiares y amigos. Jamás vocero alguno pesuvista o allegado a los procesos de cambio que lidera el líder indo-afro americano de Venezuela emitió frase alguna de irrespeto a esos líderes de la cuarta república. Porque entiende un líder socialista que la en muerte queda vivo el sentir humano de una aureola familiar intacta. Pero no sucedió de igual manera cuando recientemente un cuarteto de líderes socialistas sucumbió su vida memorable ante la muerte irremediable. Aunque habrá que diferenciar entre una porción sana y democrática que subyace en la tienda amelcochada de la oposición, ciertamente existe un sector que conspira hasta contra ellos mismos y no escatiman un solo esfuerzo para dar anchas a sus náuseas y vomitar su perfidia antichavista. Una imaginación de la maldad acusó el motivo de las muertes de los valientes socialistas, para inundar paginas digitales, teléfonos celulares y atorrantes canales de radio y TV de la más recalcitrante derecha opositora, para despotricar con chistes negros y fábulas enmarañadas de los briosos hombres del socialismo que han dejado recientemente este mundo. Es el duelo de la ignominia. Porque de William Lara, con un irrespeto rayano en la más decadente concepción de supervivencia humana, profanaron su memoria y en vano empeño intentaron desconocer sus proezas en los andares más difíciles de la revolución. Y del eminente líder de la guerrilla brava, Guillermo García Ponce qué no dijeron. La jerga digepolera que una vez magulló su cuerpo aherrojado en las mazmorras cuarto republicanas, no pudieron otra vez desmerecer su memoria y aun su fortaleza. Los detractores fascistas otra vez comieron cable. Y ese sector que odia hasta la ascendencia mas primigenia de los venezolanos hizo el más oscuro ridículo ante los ojos de la patria. Ya no es disociación psicótica, con seguridad ya es, separación neural de la razón. En ese concepto solo se pueden entender esas acciones. Ojala las ilustradas memorias de los líderes socialistas últimamente fallecidos, ordenen un poquito de luz a esos venezolanos del jolgorio fascista que no pueden entender que la lucha de los pueblos por la justicia es indetenible y que su victoria es inexorable.
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