Que un grupo de estudiantes universitarios se haya cosido la boca, una sutil puntada en las comisuras externas de los labios, para presionar al gobierno por un mayor presupuesto para un mundo universitario atosigado de dinero y una jerarquía que al comparar hace miserables a quienes trabajan en los otros niveles de la educación, no es inquietante ni atractivo.
Por cierto, se dice que universidades como la UCV, manejan presupuestos, del aporte estatal, sin incluir otras entradas, superior a dos o tres naciones centroamericanas juntas. Que la relación entre lo percibido y la matrícula estudiantil, es escandalosa si se le compara con la correspondiente a otras universidades. Hay de éstas que atienden una población estudiantil cuatro veces superior a las primeras con un equivalente al 20 por ciento del presupuesto de aquéllas.
Pero lo que es peor, de manera persistente y presuntamente delictiva, las autoridades, parapetadas tras un falso y oportunista concepto de autonomía, se niegan a rendir cuentas al Estado.
Es menos inquietante aquello de “coserse la boca” cuando, cierta prensa exagera los hechos, no porque le interese la lucha universitaria en sí, sino por lo que tiene para mal exponer al gobierno, informa cada veinticuatro horas que “de diez o doce que estaban en huelga ayer se retiraron ocho por prescripción médica y se incorporan otros ocho” frescos.
Tampoco mortifica mucho porque uno bien sabe que nadie es pendejo “para suicidarse en primavera”. ¿Quién sensato, con cuatro dedos de frente, va inmolarse a lo Mahatma Ghandi, bien asesorado, por un objetivo que no tiene la trascendencia que demandan los héroes?
Es verdad que los jóvenes suelen ser emocionales, poco ponderados y propensos a incurrir en actos que no se corresponden con lo que demandan, pero en casos como el escenificado en el PNUD, donde por las autoridades y jerarquías universitarias, por sólo nombrar éstas, ha habido siempre un ensayo previo a la puesta, un monitoreo riguroso y estricto control de los tiempos. Nada ha quedado al azar. Tanto que los de la OEA, menos cuidadosos, al parecer comían aprovechando “tenebrosidad y oscuridad nocturna”. ¿Se acuerdan de la huelga de Ledezma?
Es más, todas las salidas han sido ensayadas. Cualquier seña y hasta excusa es buena para cerrar la faena sin que la sangre llegue al río. Nadie tampoco, salvo que se trate de una acción muy individualizada y mal controlada, está dispuesto a correr con las consecuencias materiales o morales de un mal asesoramiento o planificación.
En todo caso, los huelguistas, de la OEA o el PNUD, quienes parecen ser soldados de causas distintas - los primeros fueron acusados de comer, los segundos se cosieron la boca, sutil manera de sugerir lo mismo - dieron oportunidad al gobierno de demostrar su disposición a dialogar y atender con espíritu amplio cualquier reclamo.
Pero los ingenuos preguntan, ¿Por qué tales espectáculos? ¿Por qué esa reincidencia de recostarse en la OEA, PNUD o cualquier organismo internacional? ¿Por qué ese empeño de darle a asuntos domésticos un tratamiento para llamar la atención del extranjero?
Uno lo sabe. No es necesario acudir a lo de Libia para responder. La experiencia la hemos vivido. Es el mismo libreto de abril. Vinculado a las “revoluciones de colores” y el darle luz verde a quienes deseosos están de meterse aquí a cogerse los mangos caídos y en la mata queden.
¿Quiénes aquí adentro, en los partidos, ONG, grupos empresariales, manejan el tinglado, por qué no se cosen la boca? ¡Aprendan con los muchachos!; ese cerrar no es un cerrojo completo, “algo queda”.
Sería muy bueno, nada extravagante, sino llamativo y espectacular que Henry Ramos se cosiera la boca. Seria como ver una momia egipcia caminando por una calle cualquiera de Caracas. ¡Y ese muchachero alentando la comparsa!
Muchos creen que Ramos Allup nada tiene que ver con las huelgas de hambre. Frente a ellas mantuvo aparente distancia. Pareciera que se cosió la boca, pues nada dijo de ellas.
Desde que declaró que “los lechuguinos”, imberbes de Primero Justicia habían sabido anticipadamente del “decreto de Carmona”, algunos analistas le colocaron entre quienes se distancian del golpismo. Calificación que se hizo como más solvente, por esa posición discreta, distante de los “huelguistas de hambre”.
Ahora que “todo está en calma, el músculo duerme, la ambición trabaja”, ¿por qué Ramos Allup no se cose la boca?
Si recorre el país, en esa actitud denunciante, con la boca cosida, aliviaría a la MUD hasta en eso de realizar las primarias. Seria de paso un espectáculo gratificante, calladamente agradable y antigolpista.
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