Haber acordado que su candidato presidencial se escogería en elecciones abiertas, ha generado problemas adicionales, incluso superiores, al que pretendía resolver. Los partidos políticos dominantes no van a permitir que unas votaciones decidan un candidato, que debe tener determinadas características, a menos que estén seguros de controlar los resultados. Parten del hecho cierto de que el más popular no es necesariamente el mejor candidato, y unas votaciones serían influenciadas por la popularidad de algunos aspirantes. Este tipo de comicios no tiene segunda vuelta, por lo que, si los candidatos son muchos, es posible que quien gane lo haga con menos de la mitad de los votos, lo que traería problemas adicionales.
Un tema muy ligado es el de los precandidatos presidenciales, de quienes en principio surgiría el candidato definitivo. Los partidos no tienen tampoco decidido a quiénes proponer por cada una de sus toldas, ni cómo o con quiénes llegar a acuerdos dentro de la Mesa para el apoyo a sus precandidatos. Imagino que algunos tendrán en la mira a los partidos pequeños de la MUD: Podemos, La Causa R, MAS y Bandera Roja, quienes podrían jugar un papel decisivo y reivindicar de esa manera sus demandas. Estas importantes cuestiones requieren de tiempo para ser solventadas en función de los intereses de los partidos más grandes, pues los partidos y grupos pequeños, las individualidades y los medios importan como complemento, ya que no tienen la fuerza para hacer valer sus posiciones y cualquier disidencia se somete ante el interés principal, que es la derrota de Chávez.
(*)Ex rector de la UCV