-Don Ramón, véndame un kilo de mecate que me voy a guindá.
Por supuesto, aquello era una broma, pues para la finalidad anunciada, un kilo es demasiado.
El aludido, un bodeguero del barrio - uno nunca supo el por qué, siempre en cada barrio había dos bodegueros, usualmente enemigos por aquello de la competencia, esto lo sabemos ahora - sacaba debajo del mostrador uno de dos pesos que tenía. Esta vez, era el de vender, cuya aguja registraba un kilo cuando sólo habían 800 gramos en bandeja.
Si el visitante llegaba no a comprar, sino a vender una carga de pescado salado y se atrevía a decir:
-Señor Ramón, aquí le traigo en venta diez kilos de “tajalí” salao a buen precio.
El bodeguero le miraba de frente, escrutaba severamente hasta hacerle vacilar y respondía:
-Yo no compro nada así. Puede que allí haya diez kilos. Pero por si acaso, para que no queden dudas, vamos a pesarlo. Sabes muy bien que cuentas claras conservan amistad.
El zamarro y truhán, ahora apelaba al otro peso, al de comprar, preparado para restar la medida de la carga que le ponían encima. Los habituales 200 gramos se restaban a cada kilo de la carga por comprar.
Don Ramón, tenía dos pesos. Uno pa´ comprá y otro pá vendé.
Algo así como aquello del embudo. La parte ancha para el bodeguero y la angosta para el cliente. Lo que no es ni más ni menos lo que habitualmente se practica en todas las manifestaciones de las relaciones capitalistas y la lucha de clases.
Quien tiene más saliva, traga más harina.
En el “debate” que todos los pre candidatos de la MUD entablaron con Chávez, sin que éste allí estuviese, aquellos coincidieron en hablar de dos Estados, como los dos pesos del bodeguero.
Exigen y ofrecen un estado sencillo, peso pluma, que no huela ni hieda, inodoro, incoloro e insípido; no se meta en nada en materia de negocios, de compras y de ventas. Deje a empresarios poner sus propias reglas y al mercado que empareje las cosas. Permita el uso de dos pesos y no paguen impuestos. Que el valor de las cosas las pongan ellos a su saber y entender; siempre con la mira de “especular y robar para dar un empleo”. Un Estado que con estos delincuentes, los llamados de cuello blanco, no se meta y les deje atracar impunemente. Es decir, este Estado debe hacerse permanentemente el bobo o desentendido. ¡Ah! Que deje a empresarios los reales de la renta petrolera. Y una migaja pá allá, donde están los pendejos.
Lector, si duda, apele a los discursos de todos aquellos que ahora aspiran ser pre candidatos de la MUD y confirme lo dicho.
Pero ellos, los pre candidatos, como los viejos bodegueros y modernos empresarios, también tienen sus dos pesos.
Conciben un Estado fuerte. Musculoso. Entre ellos, cuando hablan en confianza, encapillados, le llaman “Míster Músculo”. Que en este caso no se haga el loco o el no he visto nada.
¡Debe existir este Estado! ¿Cómo lo justifican?
Perciben que en la sociedad hay inseguridad. Otro tipo de atraco, robos, secuestros y negocios ilegales en los cuales, en muchos casos, no siempre, incurre el pueblo pobre; hay eso que llaman delincuencia común, que admite que la otra existe. Dicho de manera sencilla, hay quienes también a los de ellos atracan. Los candidatos mismos atribuyen el fenómeno a motivaciones inherentes al sistema, el capitalista que es el suyo, como hambre, desempleo, injusticia, falta de educación y oportunidades de realizarse sanamente.
Eso sí, coinciden todos. Este asunto no se puede abordar con el Estado que tenemos para el manejo de las cosas de la clase pudiente. Debemos usar el otro Estado, el demoledor e inclemente.
Tan fuerte que debe salir a la calle armado a revivir aquellas razias u operativos policiales que indiscriminadamente y de manera constante agreden a los pobres. Porque la pobreza, según la filosofía “Mudista”, caracteriza al enemigo. ¡Hay que acabar con la pobreza! piensan y dicen todos ellos.
¿Cómo acabarla?
La fórmula la propone y aplica Chávez, ¡hay qué cambiar el sistema!
Pero la MUD y sus candidatos nada quieren saber de lo qué piense, diga o haga Chávez. Por eso creen en su Estado gladiador que adarga en mano, sin contemplación alguna, de cuajo quite cabezas al mogote; si vuelve a retoñar no importa, se la volvemos a cortar. Sólo tienen como solución a problemas que tienen que ver con la pobreza de los pobres, usar uno de los pesos o mejor Estados, el “Musculoso”, el fuerte y prepotente; el rompe huesos, que reprima a diestra y siniestra; a quien cometa delito y se revele contra el hambre, que en fin de cuentas es lo mismo.
¡Pero no hay vueltas! Para acabar con pobreza, mezquindad y avaricia para siempre, no ponerle un parao momentáneo, como quien construye el muro en la Franja de Gaza para tapar el odio, habría que confiar en Chávez y su único y original peso.
damas.eligio@gmail.com
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