Pablo Pérez acaba de dar a conocer su proyecto petrolero, el cual, dada su falta de originalidad y cantidad de lugares comunes, no puede haber causado ninguna sorpresa, ni da motivos para pensar que la situación hoy existente se va a modificar cualitativamente. Pérez promete incrementar la producción de crudo en 2 millones de barriles diarios, por lo que fue más modesto en sus aspiraciones que Leopoldo López, quien ha dicho que incrementará la venta de crudo en poco más de 3 millones de barriles, hasta alcanzar un total de 6 millones diarios.
Como han hecho todos los gobiernos venezolanos desde hace 90 años, seguiremos con el modelo rentista de exportación de combustible fósil, es decir productos de poco valor agregado, que nos condena a continuar en el subdesarrollo al reafirmarnos como simple productor de materia prima. En este sentido, Pablo Pérez, Leopoldo López y Rafael Ramírez se pueden dar las manos, pues sus propuestas petroleras son exactamente similares. Ya el actual Presidente de PDVSA había prometido aumentar hasta 6 millones de barriles diarios la explotación petrolera.
Como algo muy “novedoso”, Pérez ordenará unas auditorías de la petrolera nacional, para conocer su estado financiero, operacional y jurídico, auditorías con la participación de sindicatos, profesionales y los ex trabajadores de la industria, por lo que quienes la paralizaron en 2002 regresarán por sus fueros. Lo único substantivo señalado es que cumplirá con el mandato constitucional y conservará la totalidad de las acciones de la estatal petrolera, algo contrario a lo propuesto por Primero Justicia de entregar acciones de PDVSA a los particulares.
Pérez advirtió que revisará los convenios petroleros existentes con otros países, así como que acabará con la guachafita de la regaladera de petróleo, decisiones que no deben sorprender a nadie. La primera de estas promesas la completó con una ironía sobre los acuerdos con China, al decir que no aceptarán “más cuentos chinos”, expresión que dice mucho y nada al mismo tiempo. La “guachafita de la regaladera” es una alusión clara a los convenios con Cuba que, de paso, en materia petrolera, se iniciaron con el gobierno adeco de CAP I.
Nada realmente importante para el desarrollo venezolano. Nada distinto de lo hecho por Gómez, López Contreras, los gobiernos adeco-copeyanos y el actual gobierno. Nada sobre desarrollo petroquímico, nada sobre química orgánica industrial, ni sobre inmunidad de jurisdicción en los contratos de interés público, ni sobre el financiamiento por PDVSA del desarrollo científico y tecnológico. Sin duda, hay una continuidad histórica en Venezuela de la política exportadora de materia prima en gobiernos con discursos muy disímiles. Todos se han encargado eficientemente de mantenernos en el subdesarrollo.
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