¿Cuál vaina anda buscando?

¿Qué se le perdió a Pablo Medina?

Pablo anda cómo en busca de algo. Uno, que no tiene la dicha de ser su amigo y menos oportunidad de preguntarle qué, piensa que sí, y eso inquieta e incita a preguntarse, sin modo de acceder, por ahora, a una respuesta sensata y convincente.

Pero… ¿Sabrá él qué perdió o quiere ?

Uno cree bien sabe lo que ahora busca; según deducciones de su escatológico discurso, coherente con el ambiente donde al momento se halla, anda “bien encaminado”. Se le ve sonriente y como si feliz fuese. Cuando estaba con Chávez, por lo menos en los últimos días, pocos antes de saltar la talanquera, se mantenía con la cara amarrada y todo el mundo regañaba. Como cuando en las puertas del congreso, en la época que era enemigo de AD, se le envalentonó a quien entonces era ministro de Defensa.

Ahora no. Pablo se mantiene sonriente. Cuando llega a las puertas de la MUD, como decir a la pata de la mesa, forma un arco con su mirada y pone su mejor sonrisa, la misma que estrenó cuando llegó a Miami, con su visa nuevecita. No le importa que quienes allí estén, los mismos a quienes tuvo que amenazar con el TSJ para que inscribiesen su candidatura sin pagar un centavo, digan por debajo, mientras sonríen como Drácula:

-“Ya se echó a perdé la vaina, llegó ese gran carajo, el viejo y resabiado ñángara.”

Pablo está consciente que eso dicen. No lo lee en los labios porque hacen una mueca al sonreír, pero si en ella y en todo el rostro entre triste y arrecho.

El único que parece engañar a Pablo o por lo menos desconcertarle, es Diego Arria. Sus cirugías faciales, montadas una sobre otra, no permiten a Pablo saber cuál es la verdadera faz y en consecuencia sus pensamientos sobre él. Pero por razones de historia debe suponerlos.

Pero Arria, le confunde en otro ámbito. Viene coincidiendo con él como si fuesen hermanos siameses separados por tiempo que, de repente, se reencuentran. Los dos proponen que al ganar las elecciones – cosa en la cual ambos se equivocan, como si fuesen uno solo – convocarán una Constituyente para componer lo que no saben cómo. Además, ahora mismo, casi coinciden en rechazar formalmente el “Plan de Gobierno de la MUD”. Diego lo hizo de plano, pero Pablo lo firmó con reservas, algo así como para no desentonar. Pero inmediatamente, cuando habló con los periodistas, se dedicó a hablar mal de Chávez y de sus aspiraciones que nada tienen que ver con aquel plan. Lo que lo dejó en la misma acera de Arria.

Y Pablo, como antes dijimos, sonríe con placer. Lo que Arria no puede, porque se le podrían correr las costuras. Sonríe aquél, medio sarcástico, como quien pretende una travesura y le va a echar una vaina a alguien. Ante los periodistas, sobre todo aquellos del chavismo, se regodea sonriente y explica que desde la MUD salvarán al país. Lo único que le incomoda, es cuando alguno de estos últimos le nombra al fantasma de Sabaneta. La agradable sonrisa de Pablo se le cae; así mismo, como se le “espelongara” al suelo de un solo platanazo. Entonces se pone bravo como en los viejos tiempos y dice a sus anchas “porque no quiero nada con aquel carajo.”

-“Yo, Carvajalino, si quieres se lo dices, te autorizo, le presenté un plan para no pagar la deuda externa que hasta convine con el Papa, y se me echó para atrás.”

-“Como cuando le propuse que por decreto retomásemos la creación de la Flota Mercante Nacional, destruida por adecos y copeyanos.”

-“Se me rajó en todo cuanto le plantee en un plan de 25 puntos para cambiar la sociedad y entregar el poder al soberano”.

El joven periodista, hasta con pena, después de recordarle a Pablo la deferencia para con él, tuvo el presidente la tarde de la memoria y Cuenta, preguntó:

¿Usted cree con esta gente, entre la cual ahora anda, podrá hacer realidad esos planes?

Pablo que escuchaba la pregunta y había recuperado su sonrisa, uno también enredado no sabe si de utilería o verdadera, al callar el periodista, asumió un rostro entre triste y arrecho, miró hacia donde estaba el cogollo de la MUD, se rascó la cabeza, la movió a ambos lados y se hundió callado en su nuevo mundo escatológico.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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