Los restos mutilados de la MUD ya hieden; morir con dignidad, rodeado del amor del pueblo, es casi vivir, no otra cosa y, no es el caso.
Asumir la idea de la perdición y dejar un reguero de huérfanos es un acto de irresponsabilidad, es lo que ha hecho la MUD; es que la vida de la MUD ya no está en las manos de “Dios” sino en las manos de Obama, “Don dinero” y “premio nobel de paz”.
En Venezuela estamos en la vorágine de un rotundo viraje social y político pero la MUD prefirió ponerse de lado y eso la dejó varada a la vera de una vertiginosa ruptura; su lenguaje oscuro, embaucador, embusteroso, telúrico, contrastó con la claridad del pueblo que prefirió a Chávez.
Hay límites llegados a los cuales cesa la posibilidad de algo. La ambición de poder hizo que la MUD se enganchara en su propio anzuelo y no poder poder, eso le estigmatiza.
No es para uno burlarse de la desgracia de la MUD sino para estar en guardia porque, propiamente, esgaritada (desgaritada) la MUD sigue siendo un instrumento desestabilizador del imperialismo contra la paz de Venezuela y, ahora, desmoralizada, sus restos son todavía peligrosos porque cuentan con empresas de difusión de embustes, capaces de atizar la animadversión de un significativo sector de la sociedad venezolana.
Inclusive, es posible que la MUD escoja un candidato presidencial pero la oposición decente podría aguarles la fiestecita y designar otro candidato con el que, a futuro, al menos salir de la charca.
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