Han concluido las “primarias” del oposicionismo con un montón de “cosas sabidas y cosas por saberse” (valga la impronta de don Cecilio Acosta).
Sabido es, hasta la saciedad por la determinante mayoría, que vivimos en uno de los países más democráticos y al mismo tiempo más calumniados del planeta. Como ha registrado Eduardo Galeano, aquí se tilda al Gobierno de autoritario, despótico, dictatorial y lindezas semejantes, desde prensa escrita, radio, televisión, mitines, manifestaciones, corrillos y cualquier forma imaginable de expresión. Nadie es perseguido por ello, aunque sus personeros se sienten héroes y algunos asustados de sí mismos se marchan autodenominándose exiliados. Se ríe Pinochet.
Sabido es que nuestra Constitución, discutida, aprobada, bienleída, bienamada y defendida por el pueblo, confiere a éste el protagonismo de su destino y ha generado múltiples formas de organización y concienciación encaminadas a que eso tenga piso de realidad; y que no puede formarse ni mantenerse gobierno sino mediante el ejercicio de la voluntad popular, probada aquí con la mayor cantidad de elecciones y referendos técnicamente blindados de que se tenga memoria.
Sabido es que las multitudes antes excluidas son hoy dueñas de su identidad y van reivindicando valores y derechos que les habían sido arrebatados. Y que los arrebatadores mienten y mienten como condición de existir. Por lo que los números de tales “primarias” dejan tantas dudas, que el clásico venado no las puede brincar.
Lo que está por saberse es hasta cuándo imperialistas y neocolonizados mantendrán el Plan A.
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