El pueblo está cansado de ellos

Traidores piojosos

Desde que la patria dejó para siempre en 1998 la terrible y maléfica actuación de los dos partidos políticos que la habían desangrado, AD y COPEI, el gobierno lamentablemente se ha visto penetrado por esos hombrecitos que en realidad no saben de ética, de honor, ni de principios que se han disfrazado de revolucionarios para meter la mano y llevarse una tajada del Erario Público para luego despotricar de quien lo alimentó y le dio vida política. Muchos de esos traidores se desbarrancaron en el olvido, muchos de ellos hoy en día querrían regresar a la política, pero es demasiado tarde. Al pueblo no les gustan los traidores, los adúlteros, los que una vez lo engañaron para beber de las mieles del triunfo y luego pusieron cicuta en el agua de la revolución.

El último es el llamado Gato Briceño, un adeco de raíz que se adosó a la revolución para desde ahí atacar con saña porque entendía que la organización adeca se iba y se fue para siempre y quería darle un hálito de vida, como hombre que no piensa en la patria sino en su fanatismo. Hoy dice, para hacerle el juego al imperio, a los mantuanos, a los vendedores de suelo, que es un perseguido político, vil truhán al que el noble soberano debe enviar al olvido in situ.

Sin duda que se adosará al grupo de eunucos que no tienen alma social, que carecen de patriotismo humanistas, que hacen de la política una profesión para darse la gran vidorria y al carajo los principios, los ignorados sociales, los pobres explotados, los estudiantes, los que igualmente quieren vivir y progresar a nivel de su país. De su misma calaña es Henry Falcon, Carlez, Miquilena, Alvarenga, Martínez, empequeñecidos hombrecitos a cuyos ojos nadie verá más nunca con admiración y respeto, porque un traidor es el último hueso de la calavera diabólica. Un traidor es un Judas más…un infeliz, un desposeído de alma, un escaso de espíritu, un pobre diablo.

Por eso los traidores viven en el inodoro de la carretera y jamás serán ejemplo para nadie, porque llegar engañando, hablando sandeces y mentiras como el Ismael GarCIA, es un atropello al gentilicio varonil, una mueca monstruosa, creada dentro de un salón de maquillaje. Un traidor como el Gato Briceño, es una víscera de los antes nombrados sin la cual ellos no podrán volver a articular jamás una palabra de confianza ante la existencia. Se unirán en el silencio lloroso y hete ahí que de llagas habrán de cubrírseles los dedos índices, porque nunca podrán utilizarlos para señalar caminos ni derroteros a nadie, menos a ningún niño. Un traidor pierde hasta la confianza del demonio.

El pueblo sabrá darle la medicina al Henry Falcón y al Gato Briceño. Mientras tanto, no habrá de sorprendernos otra traición, porque precisamente la política de la CUARTA R todavía tiene atrapados a ciertos hombrecitos que solamente lucen como identificación una tripita frontal más abajo del ombligo puesta ahí como una travesura de la biología humana …

hdiderot@gmail.com


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Ángel V, Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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