Ahora si, Mario, perfecto

No véis, ahora sí, ahora si estamos satisfechos, Mario. Es más, feliz, eufórico y exultante. Porque no sabéis la sensación tan desagradable, el corrosivo sentimiento de frustración e impotencia que sentía cada vez que escuchaba ladrar a los perros rabiosos de la oposición y a sus patéticos e inescrupulosos secuaces, a esos, vendidos y repugnantes sujetos que se alquilan a tanto por mentira, escucharlos ladrar, repito, acerca de los “pistoleros” de Puente Llaguno. Verlos apelar, con el mayor cinismo y desvergüenza, a cuanto recurso lícito e ilícito para tratar de convencer a la gente de que quienes habían preparado aquella mortífera y criminal celada no fueron ellos sino la gente del gobierno. Pero lo que más indignaba era saber que todo eso era posible gracias a nosotros mismos; gracias a la incapacidad que teníamos de utilizar los numerosos elementos en nuestro poder para explicar, con la precisión con la que lo acabas de hacer, esos trágicos y dolorosos sucesos.

Estoy convencido de que con las explicaciones dadas, utilizando para ello un video de la Globovisión como material de apoyo, las cosas han quedado, ahora sí, suficientemente aclaradas. De manera que yo no sé que irán hacer esos degenerados para, obedeciendo a sus perversas y aberrantes inclinaciones a la mentira, al fraude y la calumnia, seguirles mintiendo a las personas que vieron tu programa el miércoles 11. Sin embargo, no somos muy optimistas y es muy probable que lo sigan haciendo, porque como dice el dicho cochino que come lo que comen esos animales, ni que le amarren la trompa. Pero están muy equivocados, porque ahora la situación ya no es la misma. La situación ha cambiado de tal manera para ellos, que mientras más insistan en culpar a los defensores del Puente Llaguno de la masacre que cometieron sus pistoleros, menos la gente les creerá. Por consiguiente, eso no nos debería preocupar. Por el contrario, para nosotros sería altamente positivo que sigan haciendo sus falsas acusaciones, ya que de esa manera estos jetones se acabarían de desacreditar. O peor aún: estarían decretando su propio entierro, su holocausto definitivo como palangristas y mercenarios de la comunicación.

Claro, faltaron por mencionar, debido tal vez a la cadena, algunas otras cosas. Pero esas omisiones desde luego no afectaron en absoluto la efectividad de lo que se mostró y comentó en el programa. De haberse mencionado, hubieran servido para reforzar lo dicho y nada más. Pero qué fue lo que se omitió. Por ejemplo, la extrema cautela con la que Cabrises y sus valientes compañeros se asomaban para disparar. Disparaban y luego se protegían rápidamente detrás de una pared. ¿A qué le temían? ¿Por qué esa excesiva precaución? Pero, además, ¿por qué después de disparar se volvían rápidamente a proteger? Si no hubieran corrido ningún peligro y lo que los animaba era el deseo de causar la mayor cantidad de muertes posible, se hubieran colocado en la mitad del puente y empezado a disparar a mansalva. ¿Por qué no lo hicieron? Por la sencilla razón de que a ellos y a todas las personas que abarrotaban el Puente también les estaban disparando. ¿Quiénes? Si era desde la marcha, entonces eso significaba que no era una marcha pacífica. Pero como se demostró en programa de Mario, no podía ser ninguna marcha la que disparaba sino la policía, que usó incluso fusiles M!6, que es un arma de guerra.

El otro hecho, que a mi juico tiene una singular importancia, pues permite establecer que todo ese sangriento suceso había sido preparado metódica y sistemáticamente con mucha anterioridad, fue la llamada que la noche anterior, o sea, el día 10, recibió el corresponsal de CNN, Otto Neustad (¿?) en su habitación. Cómo se recordará, este periodista declaró que en esa llamada le advirtieron que al día siguiente, o sea, el 11, se iba a realizar una marcha que se dirigiría a Miraflores y que también iban a haber unos muertos. ¿Quién pudo realizar esa llamada? Del gobierno no pudo haber sido, porque en el caso de que fuera éste el que había preparado el macabro plan, esa llamada significaba una delación que podía abortar el mismo. Pero si lo que se quería era hacer una denuncia para evitar precisamente que la tragedia se produjera, ha debido llamar también a los demás medios de comunicación, y no lo hizo. ¿Por qué? Sencillo, porque esa llamada no la pudieron hacer sino quienes habían preparado la masacre, que en este caso no podía ser sino un amigo del corresponsal ubicado en el campo de la oposición.

Quien esto escribe está firmemente convencido de que el reportero de CNN, que no es ningún simpatizante del gobierno de Chávez, no sólo conoce la persona que lo llamó sino también quiénes planificaron el genocidio. Y esto, por una razón muy sencilla: porque ¿por qué él mismo y su mujer, la periodista de Globovisión, no denunciaron tan horrendo plan? Han debido haberlo hecho, y más si el que presuntamente lo había organizado era el propio gobierno, pero no lo hicieron, por lo que los dos son cómplices de ese masivo asesinato. La cuestión ética obligaba a Otto, no a su esposa.

Sobre este espantoso crimen, cuya factura norteamericana es imposible ocultar, existen muchísimas cosas más sobre las cuales reflexionar. Por ejemplo, cómo podía saber el gobierno que la marcha, que sólo estaba autorizada creo que hasta Chuao, iba a ser dirigida luego, sin previo aviso, hasta Miraflores? Pero, sobre todo, ¿cómo podía saber la ruta que iban a tomar? Esa decisión se adoptó casi en el momento mismo de iniciarse la marcha. Por lo que era imposible que el “régimen” no sólo pudiera tener el tiempo suficiente para organizar una matanza tan bien preparada como aquella, sino saber también dónde colocar los francotiradores. Sobre esto y sobre otras muchísimas cosas más, como dijimos, se podría abundar, pero en un espacio tan corto como una nota periodística no se puede hacer.

Otro hecho que debe ser minuciosa y detenidamente explicado cada vez que se pueda, pues es una de las infamias más horrendas que ha cometido el imperialismo en toda su larga y abominable historia de crímenes espantosos, es la “Operación Peter Pan”. Cuando con el cuento del comunismo, según el cual el estado le quita los hijos a sus padres, las madres, víctimas de un terror pánico, entregaban sus niños para que éstos fueran enviados, ellos solos, a los Estados Unidos, pensando que allí estarían bien cuidados. Pero -subrayo, los niños solos-, sin el acompañamiento de sus madres, a las cuales ni siquiera les entregaban una visa para que después pudieran visitar a sus hijos. Hay que imaginar la angustia de esos pequeños al verse separados de sus padres y la desesperación de éstos que ni siquiera sabían si podían volverlos a ver.

Cuál era el propósito de este macabro plan. Obligar a los padres, quienes se veían imposibilitados de viajar legalmente a la nación del norte, puesto que carecían de visa, a que tomaran una balsa y atravesaran unas aguas infectadas de tiburones y otros peligros. Ahora, lo terriblemente perverso es que todo esto se hacía con fines publicitarios. Ya que cuando los padres decidían correr el riesgo de tomar una de esas precarias embarcaciones y emprender el viaje hacia “la tierra prometida”, de inmediato se desataba por todos los medios una profusa campaña propagandística. La misma consistía en hacerle ver a la gente la terrible situación que vivía el pueblo cubano. Y se decía, cómo será la angustiosa situación de terror, de miseria y falta de libertad que imperaba en la isla de Fidel, que para huir de aquel insoportable infierno, la gente se veía obligada, con el riesgo de perder hasta la vida misma, a emprender aquel peligroso viaje. Y en efecto, muchas de esas embarcaciones naufragaron, por lo que los padres que viajaban en ellas perecieron, lo cual les impidió volver a ver a sus hijos y a éstos volver a ver a sus padres.

Pero qué sucedió con estos infortunados niños. Bueno, algunos no fueron tan infortunados, porque tuvieron la suerte de tener en Miami unos buenos familiares, que los adoptaron como lo que eran, como miembros legítimos del grupo familiar. Pero otros fueron tratados por tío, tías, etc., como parientes pobres, sufriendo los rigores que tal situación implica, es decir, que aparte de que no les dieron ninguna educación, los convirtieron en sirvientes, esto es, que los pusieron a desempeñar trabajos de mandaderos, niñeros y otros oficios degradantes. Los demás, la mayoría, fueron a parar a orfelinatos, auspicios, etc. hasta que cumplieron cierta edad, después de lo cual fueron echados a la calle. Por lo que el que no se convirtió en lavador de carros, jardinero, trabajador del aseo o prostituta, en el caso de las hembritas, pasó a ingresar las numerosas bandas de delincuentes que proliferan y azotan esa ciudad.

Este fue el luminoso destino que las bestias gobernantes de los Estados Unidos le depararon a los inocentes niños que, bajo engaño, fueron sacados de Cuba, privándolos de un futuro realmente provechoso y digno. Malditos sean mil veces los monstruos que gobiernan ese país.

Nota: A mí no me verán jamás unido a la pestilente gusanera cubana de Miami para en gavilla atacar a Guillén.

Si tú no hubieras nacido: Si tú no hubieras nacido, la naturaleza no fuera lo que siempre ha sido; no sería el concierto de música y colores, que inunda las pupilas de vistosas flores, ni arrullados de dulces melodías los desérticos y rústicos oídos. No existiría el armonioso canto de las aves, ni el veloz zumbido de la rauda abeja, no escucharíamos el rumor de las cascadas, ni en el horizonte veríamos las ígneas pinceladas, ni tampoco la refulgente luz de nuestra grande estrella. Si tú no hubieras nacido, qué triste y opaco todo fuera. No sólo faltaría la alegre sinfonía de la vida, sino también la chicharra, la rana y la abigarrada policromía de la primavera. ASO


alfredoschmilinsky@hotmail.com


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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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