Al parecer el diputado Caldera tomó la palabra en la Asamblea Nacional y dijo querer saber si nosotros nos presentaríamos a la jornada electoral del 7 de Octubre, con Chávez.
Aristóbulo no lo pensó dos veces y le afirmó enfáticamente que, efectivamente sí, pero que dudábamos de sí Capriles llegaría hasta ahí.
Otro necio de la misma tolda, un tal Estalin González, supuestamente también metió la cuchara y estuvo dirigiéndose a Aristóbulo en términos socarrones.
“Presidente encargado” pallá y pacá, una vez y otra más pudo decir el tipo, como queriendo molestar a Aristóbulo, es la apreciación de mi informante, que vio el debate en la pantallita.
Otro que también estuvo bla bla bla, parece ser fue el diputado Sigatoca, no tanto como el cacique taparita, pero habló su pajita y el pueblo que pudo ver la cuestión, se fija y juzga.
Tal pareciera ser que la oposición apátrida trata de banalizar la discusión en el parlamento para descalificarlo, a falta de argumentos serios de su parte, y arrastrar a nuestros diputados a la inquina y al caos institucional y con ello tratar de desestimular a los electores a que asistan el 7-O a votar.
Es perceptible la agresiva arremetida de los diputados escuálidos contra la institucionalidad del Estado Venezolano, lo cual se inscribe en la estrategia norteamericana de desestabilizar a Venezuela.
No obviemos que se trata de debates televisados y que no debemos dejar pasar gato por liebre contra el pueblo; sería funesto no detectar lo que la oposición se trae entre manos para tratar de hacer mella contra las instituciones del Estado, desde el mero centro del foro político por excelencia que es la Asamblea Nacional.
Pisar el peine es mortal para nosotros; si tenemos la directiva de la Asamblea nacional, hay que hacer respetar su institucionalidad y darle un parao a la guachafita opositora porque de ahí a perder credibilidad hay sólo un pelo.
Es evidente que la oposición apátrida trata de posicionar sus matrices desde el debate ahí, sabiendo que es televisado; así que debemos recordar un aforismo muy tradicional -y que algunos atribuyen a un tal Miguel de Cervantes-: “Es más fácil ponerle una puerta a la sabana que freno a la lengua de los murmuradores”.
Matarle los piojos a quien se atreva, ahí mismo, es vital; bien bueno que Aristóbulo retrucó al patán, con la velocidad del rayo, y lo puso en su lugar, el estercolero.
A veces Aristóbulo emplea el “jab” y otras veces lo deja deliberadamente engatillado, lo que depende del contrincante; en el referido caso del tal Estalin, es posible que el camarada Aristóbulo pensase que ni valía la pena “escupirlo” por no ensuciar “la saliva”.
Sí así pensó, tuvo exacta razón, no hay que olvidar que el pueblo también opina y sabe dar respuestas pero, ¡Ojo!
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