Frente a cualquiera de esas candidaturas, se alza la de Chávez, con un profundo arraigo nacional, una gestión superlativamente bien evaluada, como lo indican las encuestas, tanto que los asesores de su oponente le recomiendan “parecerse a él” y hasta enarbolar cual consigna electoral destacadísima una “ley de Misiones”, relativa a lo que se considera el mayor acierto del presidente. Lo que ha dado pie a éste a pensar en una reforma constitucional que les incorpore la Carta Magna y dé mayor sustentación. Sin olvidar que aquél ejerce un sólido liderazgo y entre las fueras que le apoyan prevalece la unidad.
Por supuesto, es inoficioso advertir que al joven gobernador “itinerante” de Miranda, le resulta imposible “parecerse” a su opositor, tanto por su origen social, disposición mental, carisma, calidad humana, estatura intelectual, capacidad de liderazgo y los profundos compromisos que cada uno ha contraído, con los grupos dominantes aquél y la multitud éste.
Además, como suele decir el director de la encuestadora Interlace, Oscar Schemel, entre el presidente y el pueblo, que constituye la inmensa mayoría de votantes, hay una como “intercomunicación casi mística o religiosa”, que a cualquiera, llámese como se llame, le es difícil descomponer.
Por todas esas razones, las cosas marchan como van y las encuestas dicen lo que dicen. Las posiciones de AD contrarias a Capriles, expuestas con disimulo, pero no sin desencanto, por Ramos Allup, mejor actor cómico que político, pero zorro, y Rafael Poleo, en su típico estilo de tirador de piedras, no son más que dos cosas. La primera de ellas, un reconocimiento que lo que sucederá, escrito está y ellos bien lo han leído. A esta altura, cuando Capriles desciende y Chávez, sin entrar en campaña, discreto como nunca antes, recuperando fuerzas, asciende a ritmo sostenido, no es difícil, desde lejos, que uno también lo sepa.
Es pues un secreto a voces o “crónica de anunciamiento”, de lo que sólo el candidato opuesto y su combo íntimo, nada quisieran saber. Además, no tienen otro camino, ya han dicho en su campaña que “hay uno sólo”. De paso, por allí, el autobús va “soplao”, cuesta abajo y sin frenos.
Por aquello, los Salas, desde su trinchera de Valencia, pasando por Miami, avalúan repetir la historia de “Frijolito”. Tomando otro derrotero. Como si la historia fuese una rueda de molino o una noria. Pero Capriles, como Irene Sáez, por distintas razones, no se retirará y ahora no hay Copei que retire sus votos, entonces cuantitativamente significativos, para ponerlos al servicio del frustrado jinete.
Pero en AD, un Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo, como decir entre Ramos, Rosales y Ledezma, no hay ahora intención de suicidarse y sí de consolidar sus pocas fuerzas, para lo que viene después de octubre. Les conviene llegar a aquella instancia sin el trauma de la responsabilidad de la derrota y sus votos encaletados. ¡Todo fue culpa de él! dirán con fuerza de convicción, a los suyos y a los de aquél.
Más que con Chávez, contra quien ahora se debaten y debatirán en el futuro inmediato las fuerzas de Capriles, es con quienes dentro del bando de la MUD, forman la oposición a Capriles, viéndole derrotado y atrincherado. Porque esas siglas, en este momento no conforman un frente, sino un barco a la deriva, donde más de la mitad andan sublevados.
Con un viejo refrán venezolano, en estos casos se decía, “a correr que llegó Humberto”, nombre éste que bien podemos sustituir por Chávez. Pero también podríamos llamando a zafarrancho, pensando en la angustia opositora: ¡Sálvese quien pueda!
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