Decimos: Cabeza de calabaza, idiota, estúpido, ridículo, majunche, ojos de loco, hablapaja, sinvergüenza, loro, hipócrita, mentiroso, cobarde, ignorante, engañoski, enfermo mental, intelectualmente vacío, desalmado, explotador, hijo de mamá, vago, el nada, capitalista salvaje, vendepatria, apátrida, bobo, mamarracho, CAPriles - y otros adjetivos aludiendo al comportamiento de Capriles Radonski.
José Sant Roz recientemente escribió, y lo dice muy bien:
“Pero es que a leguas se ve que Capriles es impotente, y no puede hacer nada aparentar otra cosa. Ese mamucheo y esa soflama con la jeta; esa vocecita casi de adolescente, ese candungueo con las palabras que no dice nada, que no es ni chicha ni limonada. Ambiguo, fofo, voluble, frío, seco, ambivalente.”
¿Pero por qué hablamos tan mal del candidato presidencial de la oposición venezolana?
La verdad es que no hablamos mal de Capriles Radonski, ni hablamos con odio, simplemente decimos la verdad.
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