La explosión en la Refinería de Amuay despertó en los sectores opuestos al gobierno una suerte de cálculo racional de los efectos que tal tragedia tendría en el apoyo al candidato Chávez y en los resultados del 7/0. Basados tales cálculos en la creencia que la sociedad y la política están gobernadas por leyes objetivas e invariables, que coaccionan al hombre a no resistirlas y permiten, además, el cálculo racional de costes y beneficios.
El cálculo de las consecuencias electorales de Amuay
se sustentó en la evidencia y la razón. La explosión, los tanques
incendiados, los daños a las instalaciones, los fallecidos y los heridos,
en tanto evidencia. Y desde la razón, se procuró la búsqueda
de sentido de los hechos en la vocería de líderes, expertos petroleros
y sectores mediáticos de oposición. A partir de este marco se montó
una estrategia mediática en torno a la hipótesis racional: el
accidente es consecuencia de la mala gestión, “desidia e ineptitud”
del gobierno e irremediablemente tal certeza afectará las decisiones
electorales de la ciudadanía. Un impreso editorializó “Todo
se derrumbó…salgamos de Chávez” y encubrió este deseo absolutamente
afectivo en el cálculo racional: “Si no fuésemos racionalistas,
se podría apelar a fórmulas… que nombran la intervención de fuerzas
sobrenaturales para explicar las desventuras humanas”.
Los pronósticos de expertos tendían a reforzar las hipótesis racionales: “Chávez en dura prueba a 40 días de elecciones por accidente en refinería… deberá hallar rápidamente responsables para evitar una erosión de su ventaja ante Capriles en los comicios de octubre”… Capriles “puede atraer a los descontentos y dudosos de la gestión de Chávez en materia de mantenimiento de infraestructuras”… “Hasta ahora, Chávez ha salido ileso de todas las crisis, pero nunca se había dado una crisis en un clima de campaña y la población puede castigar (…) hay alrededor de un 20% de indecisos o independientes entre quienes el accidente de alguna forma podría hacer mella”.
Tales cálculos despreciaron el rechazo al manejo mediático oportunista de la prensa de oposición; excluyeron la interpretación oficial de los hechos y el consiguiente manejo comunicacional, incluido el rescate de la memoria histórica (paro-sabotaje petrolero); ignoraron las labores de extinción y las acciones humanitarias y, finalmente, menospreciaron el nexo político afectivo de importantes sectores con el presidente al igual que la empatía y el carisma del propio Chávez