Se cierra el ciclo de las encuestas permitido por la ley electoral y una característica es común a todas: unas con mayor puntaje, otras con menor puntaje dan de ganador al candidato de la Patria, Hugo Chávez Frías. Igualmente dentro de los distintos escenarios que presentan las encuestas, desde las más técnicas hasta las vinculadas con la derecha fascista ninguna presenta el escenario donde CAPriles pueda ganar.
La mayoría de los dirigentes revolucionarios, de los periodistas y analistas de opinión han expresado que no se amarran a lo que dicen las encuestas, que la gran encuesta es la del 7 de octubre el día de las elecciones. Sin embargo cuando encuestadoras tan reputadas –y derechistas– como Interelaces dice públicamente que CAPriles no gana en ningún escenario, no se necesita ser muy sagaz para percatarse de la carga política de semejante afirmación y su incidencia negativa y desmoralizadora en el campo de los seguidores de la derecha y de la reacción.
Cuando el comando fascista de Radonski viene manejando matrices de opinión hablando de que los revolucionarios harán fraude, es decir, que el candidato derechista vende la mentira de que va a ganar las elecciones, creando falsas ilusiones de victoria en sectores de la derecha, y el perverso Chávez va a presentarse como ganador, la única salida es gritar fraude como lo han hecho en elecciones anteriores, aunque nunca han presentado pruebas. Pero, repito, a esa matriz le salió el mazazo de las encuestadoras que señalan que el candidato de la oligarburguesía no gana en ningún escenario.
Cuando el comandante Chávez decidió abandonar en 1996/1997 la línea abstencionista y se planteó ir al proceso electoral, jugar con las mismas armas y herramientas de la burguesía, en buena medida lo hizo porque el modelo neo colonial democrático/burgués representativo, el puntofijismo ya se estaba resquebrajando, las enormes grietas y huecos que produjeron la insurrección anti neoliberal del 27/28 de febrero de 1989, los alzamientos militares del 4F y el 27N de 1992. El sistema estaba debilitado y Chávez, con su gran visión política, palpando el alma popular, dio aquel audaz giro estratégico y triunfo por toda la calle del medio aquel histórico 6 de diciembre de 1998.
Lo mismo ocurre con las encuestas que ha sido siempre armas utilizadas por la burguesía para su marketing electoral, para la venta de un producto o mercancía que se llama candidato. En el caso de la candidatura de Radonski eso luce bastante evidente. Sin embargo, así como se ha utilizado por 14 años el modelo electoral, con todo y sus riesgos, se ha ido haciendo más perfectible. Hoy el CNE está fortalecido como poder del Estado, se acabó la nefasta política puntofijista, adecopeyana de “acta mata votos”, todo el proceso está automatizado y es confiable porque el CNE está dirigido por gente honesta e incorruptible, dejó de estar en manos de la derecha como en el pasado.
Si bien encuestadoras como Datanálisis, Interelaces y otras tradicionalmente han estado al servicio de los sectores mercantilistas y poderosos, de la derecha, el análisis de la realidad socio/política de hoy, las fortalezas de la revolución, los lleva a ser objetivos porque no pueden ocultar lo que son hechos evidentes: macro políticas revolucionarias de inmenso beneficio social, popular y nacional y un candidato con demasiadas fortalezas políticas y humanas, de un pensamiento avanzado, auténticamente revolucionario.
El dogmatismo izquierdista elude estos análisis y no percibe los cambios que se han venido produciendo en Venezuela en todos estos años incluyendo en todo lo que es la estructura del mundo electoral y dentro de ésta las encuestadoras. Decir, por ejemplo, que los procesos electorales son hoy, en Venezuela, una herramienta burguesa cien por ciento, es una impostura, un rígido y dogmático juicio que apunta al extremismo infantilista, donde se le hace una crítica al Chávez que en 1997 adoptó la línea de participación en las elecciones, lo que por cierto produjo la ruptura del MVR con otro rígido y dogmático abstencionista, Domingo Alberto Rangel, que nunca aplicó ni entendió las leyes del materialismo dialéctico e histórico y optó por salirse con su grupo de ultra izquierdistas no sólo de Movimiento sino incluso de la revolución cuando esta triunfó después del 6 de diciembre.
Decir, por ejemplo que la encuestadora GISS XXI es una encuestadora mercantil y de derecha, es la repetición del análisis dogmático y subestimar que la tecnología, el análisis científico de la aplicación de las matemáticas, de los análisis de probabilidades son de exclusivo uso de la burguesía.
Un sedicente abstencionismo ve con resignación que la Revolución participe en los procesos electorales, pese a haber salido triunfante en la abrumadora mayoría de los procesos electorales, desde el lejano referéndum para la constituyente y la ruptura con otro hábil personaje que pretendió manejar a Chávez e imponerle su juicio político, el derechista Jorge Olavarría. Quiso imponer la pregunta estratégica que iría en la boleta electoral y el comandante/presidente no se lo permitió. Después no hubo qué no dijo de Chávez y contras Chávez. Se realizaron más procesos electorales en Venezuela en todos estos 14 años que prácticamente en todos los 200 años de la República, pero ideólogos de la ultra izquierda señalan que cuando la Revolución participa en los procesos electorales corre la tentación de las encuestas y se sumerge en la lógica del mercado capitalista. Y una pregunta simple surge: ¿ha sido dirigida la Revolución por las encuestas o por los encuestólogos y perdido su razón de ser todos estos años después de participar en los diferentes procesos electorales?
Ni siquiera las encuestadoras burguesas, capitalistas, han podido manipular ni eludir la realidad político/social de una robusta Revolución como la bolivariana y el apoyo sistemático y reiterado del 50% ó 60% de los encuestados a la gestión presidencial, a las misiones y políticas sociales, a las políticas de salud, educativas, etc. No es que no lo hayan intentado y querido manejar los números al interés del candidato derechista, inclinar hacia allá artificialmente la opinión de la sociedad encuestada, de las clases sociales preguntadas en cada jornada de encuesta. Es que aunque lo quieran no pueden hacerlo –al menos las más serias o que presumen de serlo– porque ya no forman parte del poder ni de los factores de dominación como antes lo eran, existe una nueva y cada vez más fortalecida, correlación de fuerzas.
Pero la frase de no dejarse engatusar o persuadir por los cantos de sirenas de las encuestas que dan reiteradamente como ganador a Chávez no debe ignorarse, recordando que en Colombia en las últimas elecciones las encuestas dieron casi siempre como ganador al candidato opositor Antanas Mockus, pero el día de las elecciones ganó el ultra derechista Juan Manuel Santos.
¿Sufrió el comando de campaña revolucionario dirigido por Jorge Rodríguez, el Psuv y los partidos aliados, el GPP y los movimientos sociales y populares de encuestitis?
Los hechos demuestran que no. Las descomunales movilizaciones humanas en los distintos estados, parroquias, municipios del país, con un Chávez entregado en alma, vida y corazón al pueblo y el pueblo siguiendo al líder que ama y sus propuestas programáticas. La movilización de los cuadros revolucionarios, la política del uno por diez, la visita a miles y miles de familias y el contacto directo con la población. Las impresionantes movilizaciones juveniles y estudiantiles, femeninas, obreras y campesinas. La movilización de los sectores de pequeños y medianos productores del campo y la ciudad. El apoyo del mundo de las artes, las letras y la cultura en general. La movilización de miles y miles de cuadros en la agitación y la propaganda de calle, en los miles puntos rojos. Un trabajo de hormiguitas, paciente, perseverante que da elementos del análisis científico a las encuestadoras pero no depende de ningún modo de ellas, así pongan a ganar a Chávez.
Si de encuestas se trata, ¿qué más encuestas que cada gigantesca movilización de masas junto al candidato? Allí está una primera respuesta que se sellará el 7 de octubre con la que será la encuesta definitiva que nos permite señalar, sin lugar a equivocaciones, que el caudal de votos le morderá la costura a los ocho millones y medio, nueve, diez millones o más.
En suma, ni se debe convertir a las encuestas en fetiches como tampoco se las debe desdeñar como arma científica útil para medir tendencias y cambiantes situaciones.
(humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez y la Revolución, todo)