María Corina Machado tiene raras cualidades. No le importa la calidad, profundidad de su argumento y menos si tiene algo que ver con la verdad. Su mayor empeño es decir lo que se le ocurra sin mirar a atrás, ni pararse en hueso, con tal de lograr su objetivo.
Cuando algo afirma, no le interesa si hasta un niño percibe que está mintiendo. Las cifras de la FAO, UNESCO, CEPAL, le traen sin cuidado. Ella, está consciente de lo que hace, afirma sin importarle lo que organismos como los mencionados con cifras por delante hayan dicho. Piensa que los venezolanos todavía somos piezas fáciles de los cazadores a lazo.
Al hablar de matrícula escolar lanza números que lejos están de reflejar lo que aquí acontece, miente para descalificar al gobierno. Está convencida que ella, los suyos son cultos, “rìsperos” y el venezolano común sólo perraje.
Enfrenta a sus adversarios metiendo contrabando de ideas e informaciones o lo que es lo mismo mintiendo sin medida. Es muy distinta a aquella senadora por Copei Haydee Castillo, quien ante la gravedad de la delincuencia e inseguridad, en los tiempos de la IV República, fenómeno que los opositores ofrecen como nuevo, lo que prueba que ese asunto no se generó con Chávez, siendo ella católica, militante de un partido socialcristiano y presidenta del viejo Senado, pidió se aprobase una ley que aplicase la pena de muerte; lo que hubiese obligado a reformar un sagrado principio constitucional y dado un arma letal contra los pobres.
¡Ah! María Corina, cuando habla, en el congreso mismo y a los periodistas, lo hace como los viejos propietarios de esclavos a sus capataces. Su agresividad, si es argumentativa, aunque llena esté de embustes, se le percibe como un puñado de órdenes de cumplimiento obligatorio lanzadas como con una ametralladora. Al verla así, uno siente lástima por la gente que le rodea íntimamente y medita cómo pensará llegar a lideresa con tanta rudeza y escabrosidad.
Ahora mismo, está cantando fraude y nada menos que en la Asamblea Nacional. Para ello usa sus cifras, extraídas de su cabeza atormentada y desconociendo al CNE, incluyendo al señor Díaz, testigos internacionales – que ella dice que no hubo, mintiendo como siempre – y hasta a sus copartidarios de la MUD, quienes reconocieron los resultados. Por su decir, tiene otros números, los de las encuestadoras que dieron a Capriles ganador.
Su actitud, ahora no la de mentir, hablar regañándonos a todos por no haber atendido sus órdenes, ordinariez, despotricar contra todo, sino la de aparecer como líder de la idea del fraude, nos llama la atención.
Por supuesto, no siendo candidata a gobernadora, no sé si porque no quiso o nadie le quiere, luce interesada en desestimular el voto opositor. Si eso logra en gran medida, no afectaría al gobierno sino a sus compañeros de la MUD. Por supuesto, ese gesto le da base, “fundamento”, a quienes quieren salir de Chávez antes de tiempo. También allana cualquier inconveniente para que su ONG siga recibiendo la generosa ayuda que le permita subsistir sin que el patrimonio de su lideresa y familiares disminuya. Pero también intenta convertirse solitaria líder de un espacio, el de la extrema derecha, donde unos cuantos, por sus aspiraciones burocráticas, han abandonado – podría ser por ahora - para seguir en campaña electoral. Pero, le salió competencia o coro, éste al parecer, bajo la batuta gringa, pues Capriles, se desmiente y dice que hubo triquiñuelas y Diego Arria, “un fraude en cámara lenta”.
La chica superpoderosa, pareciera la llamada a recoger la batuta, porque si algo ha exhibido es coherencia, soberbia y odio persistente.
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