Hace algunos días andábamos alegremente con nuestra franela con los ojos de Chávez, cuando una dama nos abordó en un comercio, con ese típico e inconfundible tono escuálido: “¡Ah! usted es socialista”. En estos casos solemos evitar molestarnos y apelar a la sorpresa o la ironía, así que le respondimos: “No, yo soy comunista, que es peor”. La dama se quedó sin respuesta, seguramente sorprendida por la confesión de alguien que sin tapujos removió todos sus fantasmas atávicos engendrados en la propaganda anticomunista. Y es que ahora de eso se trata: un fantasma recorre al escualidismo, el fantasma del comunismo.
Después de la resonante derrota del 7-O, la derecha venezolana parece haberse dado cuenta de que los ataques a las medidas, leyes, decretos y otras acciones revolucionarias hacen poca mella en la mayoría de los venezolanos, que de manera clara se decantaron una vez más por mantener el liderazgo de Chávez.
Por otra parte, el Presidente está dirigiendo la realización de lo que ofreció sin medias tintas durante su campaña electoral: la profundización de la Revolución y el avance en la transición al socialismo. Tampoco es nada nueva la propuesta del Estado Comunal, no es una carta que se haya sacado de debajo de la manga el Comandante después de su clara victoria.
Ahora bien, ante las bondades de la propuesta participativa y protagónica de la Revolución, la derecha ha reaccionado reciclando los miedos propios de la clase media. Al pueblo más pobre, en general, no le importan mucho las definiciones ideológicas académicas. Ha ido comprendiendo que el socialismo es algo que le conviene por el tipo de principios que representa, por su carácter inclusivo y socialmente justiciero. No es un pueblo que mayoritariamente tenga todavía un nivel cultural alto, tal vez sí en algunos sectores de vanguardia, en el aspecto de la teoría social, para que pensemos que maneja con absoluta y detallada propiedad los conceptos de capitalismo y socialismo, pero la escuela de Chávez y de la realidad le ha permitido avanzar en ese camino necesario, en el que aun tiene mucho trecho que recorrer, pero ya maneja herramientas suficientes como para que no pueda ser manipulado con esas amenazas y siembra de temores. A la mayoría de los venezolanos que reeligió a Chávez se le pudiera aplicar las estrofas de una canción del cubano Carlos Puebla, muy famosa en los años 60 del siglo pasado: “Hay quien dice por ahí que Fidel es comunista, anótenme en esa lista que estoy de acuerdo con él”.
La derecha, sin embargo, tiene esperanzas de que sus espantapájaros mentales funcionen, y trata de sustituir la carencia de propuestas presentables ante los venezolanos con el expediente del miedo. Y más concretamente, del miedo al comunismo. Un viejo método de gente anclada en los prejuicios del pasado, gente que sigue ignorando los grandes cambios culturales que se están incubando y desarrollando en medio del proceso revolucionario.
Probablemente, el fantasma rojo asuste a sectores medios que de todas formas han sido inoculados por el odio contra todo lo que huela a Chávez y a Poder Popular. Con su campaña de pánico anticomunista, cuando mucho podrán reforzar los atavismos de su base social, pero difícilmente puedan, con estos devaneos ideológicos, torcer el camino asumido por la mayoría de los venezolanos. Como dice un narrador de beisbol dominicano, cuando alguien batea hacia los predios de un extraordinario defensor: “Por ahí no es”.
De todas formas, insisten. Tienen el deber de enfrentar la idea del Estado Comunal, ya que el desarrollo del poder de las comunidades sería el claro sepulturero de su “democracia” de pacotilla. Por eso están movilizados, en parte por esa razón estratégica, en parte por la razón táctica de que se les viene encima un evento electoral muy importante que están enfrentando en clara desventaja subjetiva. Es por eso que levantan la elección de sus candidatos a gobernadores como primer paso fundamental para frenar al Estado Comunal y, por ende según ellos, al comunismo.
El 21 de noviembre de este año, por ejemplo, se realizó un foro en la Universidad Católica Andrés Bello denominado “Comunas es comunismo”, con participación de varios voceros de la derecha, como Gerardo Blyde, María Corina Machado, Gloria Cuenca y Leonardo Carvajal, entre otros.
Allí, María Corina Machado presentó una exposición llamada “Secuestro Comunal del ciudadano y la familia”, en donde subrayó que en regímenes “autoritarios” la familia es una amenaza y por eso debe ser atacada, y conjeturó que en la “democracia”, la familia es la “incubadora” de ciudadanos libres y responsables, y es el espacio para crear la “conciencia sobre los derechos y deberes que tienen los venezolanos”. Machado nos hace evocar los principios conservadores e inmovilistas de la organización fascista “Tradición, Familia y Propiedad”.
No a la burguesita de fina estampa, sino al lector, recomendamos la lectura de un texto fundamental de Federico Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”. Allí queda claramente demostrado que la familia es una categoría histórica que ha pasado por cambios incubados en la dinámica social clasista. Por supuesto que una Revolución verdadera debe incidir en cambios en las relaciones familiares, lo cual está lejos de significar que se debe prescindir de esta forma básica de organización social. Pero lo cierto es que la familia actual, tal como la conocemos, tiene que ser transformada. Recordemos que la familia, en sociedades originarias, era generalmente matriarcal, donde la madre era la cabeza y la autoridad. Con el establecimiento de la monogamia, la familia se transformó en patriarcal, con dominio del padre, del varón. Esa sigue siendo la forma actual de la familia, basada en el sometimiento de la mujer. Las luchas feministas han ido introduciendo cambios notables en esa situación, en la medida en que los derechos humanos de la mujer son cada vez más reconocidos en distintas legislaciones. Pero desde el punto de vista cultural, en la familia actual siguen imperando odiosas relaciones de propiedad, donde las mujeres son propiedad de los hombres y los hijos de los padres ¿O es acaso casual que exista la fórmula del “apellido de casada”, según la cual Fulana es la señora “de” Mengano, o los hijos lleven por delante el apellido del padre, cuando este los “reconoce”, o que las familias sean identificadas generalmente con el apellido del padre: “familia Fernández”?. Es claro que la familia, tal como la conocemos, también debe ser sometida a la crítica revolucionaria, pero esto no quiere decir que se vaya a atentar contra los lazos afectivos que genera el parentesco.
Por su parte, la profesora universitaria escuálida Gloria Cuenta afirmó que el comunismo no ha funcionado ni funcionará: “El comunismo no sirve, fracasó en el mundo”, lo cual apoyó con diversos argumentos falaces. En realidad, el comunismo solo ha existido en el mundo en sociedades originarias ya casi inexistentes en estado puro. El comunismo fue concebido por los clásicos marxistas como una fase superior de la sociedad socialista, en la cual desparecería la división en clases sociales y se ejercería la democracia directa, prescindiendo de la autoridad del Estado. Es claro que algo así está lejos, muy lejos de realizarse, de manera que es un absurdo hablar de un “fracaso del comunismo”. Pero suponemos que Cuenca se refiere al cacareado “fracaso del socialismo”, tomando como argumento principal la reversión de procesos de transición al socialismo, como el que ocurrió en la Unión Soviética. Cuenca prescinde del hecho de que la construcción del socialismo es en realidad un proceso en estado embrionario, donde aun veremos unas cuantas marchas y contramarchas. Desde que fue publicado el Manifiesto Comunista, en 1848, el primer gran documento público del socialismo científico, han transcurrido menos de dos siglos. El proceso de luchas que desembocó en la sustitución generalizada de la sociedad feudal por la sociedad capitalista duró alrededor de seis siglos, desde los albores del Primer Renacimiento, en el siglo XII, hasta mediados del siglo XVIII, con la Revolución Francesa. En realidad, lo que ha fracasado en el mundo es precisamente el capitalismo, tal como cualquier persona acuciosa puede confirmar.
Por su lado, el Alcalde metropolitano de Caracas, el adeco reencauchado Antonio Ledezma, montó su propio circo anticomunista, un evento denominado “Caracas Comunal vs. Caracas Municipal”, donde Ledezma afirmó que “El poder comunal es como lo dijo Castro cuando le preguntaron qué es el socialismo y respondió el comunismo. Bueno, llamemos las cosas por su nombre… Aquí vamos camino al comunismo, a un gobierno autoritario que le fastidia un gobernador que reclama los recursos para su estado. Por eso es tan importante que salgamos a votar el próximo 16 de Diciembre”.
Por su parte, Capriles Radonski afirmó ayer: “Nosotros no le vamos a entregar a Miranda al castro-comunismo”.
A nosotros nos parece muy bien que se den estos debates ideológicos. Así el pueblo puede seguir aprendiendo.
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