Es evidente que los grupos contrarrevolucionarios en Venezuela han
tratado de crear, desde finales del año pasado, quizás contando para
ello con el apoyo de organizaciones y algunos gobiernos extranjeros,
las condiciones que propicien una salida extra-constitucional, a
propósito de la imposibilidad momentánea del Presidente reelecto Hugo
Chávez Frías de asumir su nuevo mandato el 10 de enero, como lo
establece la Constitución venezolana vigente. Condiciones que
desembocarían en una situación de ingobernabilidad, aduciéndose que
existe un vacío de poder similar al argumentado en ocasión del golpe
de Estado del 11 de abril de 2002. De este modo, la dirigencia
opositora está presentándole a la opinión pública nacional e
internacional su interpretación del texto constitucional, tratando de
forzar un ambiente político adverso al chavismo que le permita
recuperar el poder perdido, aun cuando la voluntad del pueblo
venezolano quedó plasmada mayoritariamente en la reelección de Chávez
el 7 de octubre último. Es un riesgo que pareciera no calibrar
juiciosamente, empeñándose en un salto al vacío que precipitaría una
radicalización del proceso revolucionario bolivariano que, a la larga,
terminará por arroparla, haciéndola desaparecer por completo del mapa
político.
Al respecto, es preciso recordarle a la oposición apátrida que la
reelección presidencial de Chávez tiene una lectura especial que pone
de relieve cuál es el camino a seguir decidido por los venezolanos y
las venezolanas. Algo que nadie -en su sano juicio- podría ignorar, a
menos que sus intenciones estén enmarcadas en un absoluto
desconocimiento de la soberanía popular. En tal caso, la minoría
opositora intenta implantar en la mente de los sectores populares su
propia visión en relación al momento histórico que está viviendo la
nación bolivariana, inculcándoles fallidamente la sensación que habrá
caos y una lucha intestina por el poder que encabezaría, por una
parte, el Vice-Presidente Ejecutivo Nicolás Maduro y el Presidente de
la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, por la otra; cosa que afectaría
enormemente -según sus cálculos- la paz social, la economía nacional y
la continuidad del hilo constitucional.
En cierta forma, esta minoría (contando con una representación en el
seno de la Asamblea Nacional) estaría repitiendo la misma estrategia
desestabilizadora aplicada entre 2002 y 2003 cuando derrocaron a
Chávez con apoyo de miembros del Alto Mando Militar y luego quisieron
lograr su objetivo de desplazarlo del poder a través de un paro
patronal que causó grandes pérdidas económicas al país, aunadas a un
desabastecimiento generalizado de gasolina, gas doméstico y alimentos
que puso en grave riesgo la vida de miles de familias venezolanas,
sobre todo de aquellas de escasos recursos económicos. Asimismo,
estaría echando mano a una interpretación sesgada de la misma
Constitución que antes adversara con tanta virulencia, buscando
establecer un paralelismo con lo sucedido en Honduras y Paraguay
cuando, utilizando un tecnicismo legal se procedió a la destitución de
los presidentes de estos países.
Vistas así las cosas, la dirigencia opositora se muestra dispuesta a
desencadenar algunos acontecimientos extremos, sin considerar que los
sectores populares afectos a Chávez tienen ahora una mejor conciencia
política y pudieran desarrollar, en consecuencia, una contraofensiva
que rompa definitivamente el delicado equilibrio político que -de una
u otra manera- se ha mantenido en el país bajo el liderazgo de Hugo
Chávez.-
El autor es: Maestro ambulante ¡¡¡Rebelde y Revolucionario Itinerante!!!
¡¡¡Hasta la victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!
mandingarebelde@gmail.com