Desean con infinita hipocresía que Chávez se presente. Pero en el recóndito submundo de sus insanas pretensiones, lo que realmente domina es querer verlo sin respiro y sin aliento. Y salen como cardumen hambriento de notoriedad y lanzan al viento por mampuesto, sus protestas cargadas de veneno necrófilo.
Son los niñitos bien de las universidades privadas del país, que les ha dado por encadenarse por los pasillos de algunas instituciones del estado venezolano, dizque en pos de Chávez y cuerpo presente. Constructores y reconstructores de rumores, chismes y patrañas en torno al estado clínico del presidente, estos precoces desalmados, con un odio indescriptible que les chorrea por sus mejillas, dicen y desdicen por doquier que Chávez es ya hombre del otro mundo.
No se pelan, para alimentar sus infundios de muerte presidencial, los comentarios alucinantes del ex diplomático Cochez y el Dr. Marquina convertidos en los tozudos detectives, tras la muerte de un Chávez que está vivito y coleando en las camas del Hospital Militar.
De manera que lo que los mueve realmente son los deseos infinitos de que Chávez perezca ya.
Son ellos, los llevadores del cuento de Ledezma, Capriles y Leopoldo, donde el resentimiento antichavista cunde sus espacios cerebrales. Por eso es mentira que quieran ver al presidente. Y si así fuera, no sano lo quieren ver.
Esos muchachos con colmillos de sanguijuela, representan los sectores más oscuros del fascismo nacional. La muerte que ellos pretenden, en vano empeño, señalar en Chávez, es la misma que pretenden en los sectores oprimidos del país y del mundo. Es una visión, casi siempre heredada de una tradición política familiar depravada.
Pero están pelados, como siempre. Y tranquilos si de querer ver quieren a Chávez, que muy pronto el que ellos quieren espanto, les saldrá a risa y canto desde el mismísimo Miraflores.
n_lacruz@yahoo.com