La violencia y la agresividad de los grupos fascistas, de la extrema derecha va incressendo, sube a medida que se acerca el día D o las cruciales elecciones del domingo 14 de abril donde se decidirá el futuro de la Patria.
Turbas de fascinerosos pequeños burgueses, doctores, profesionales, Phd y cuantos grados pueda uno imaginarse otorgan las universidades, conformaban aquella mayoría de “caprilistas” que estuvieron a punto de causar una tragedia al “tomar” uno de los edificios en construcción que edifica la gran Misión Vivienda Venezuela para un conjunto de familias venezolanas damnificadas en el refugio La Pumarosa, para ver o escuchar al líder derechista. Después, concluido el acto, vomitando odio y maldad hacia el pueblo, causaron graves destrozos en la edificación en construcción, sustrajeron equipos, dañaron partes ya construidas y retrasaron gravemente la terminación de la obra, afectando a 900 familias.
¿Qué derecho tenías estos “curtos” profesionales de hacerle ese daño gratuito a una edificación donde van a vivir familias trabajadoras, esa “orgía de odio” como señaló Elías Jaua? ¿Por qué tanto odio contra el pueblo?
Porque así actúa el fascismo; es intolerante por naturaleza, extremadamente agresivo hasta llegar a la violencia criminal, no sólo cuando utilizan sicarios o criminales a sueldo sino cuando desarrolla campañas de odio como las desatadas contra los y las artistas patriotas, quienes sin ser revolucionarios o socialistas su honestidad y patriotismo los acerca al programa de la Patria, al candidato Maduro a la par que se organizan gremialmente para luchar por sus reivindicaciones siempre negadas por patrones dueños de los medios.
Indudablemente la extremadamente agresiva campaña de intolerancia y odio de los sectores oligarcas, de la derecha opositora hacia este creciente grupo de artistas de la televisión adquiere esos ribetes porque ellos y ellas rompen un espacio sagrado para la burguesía y el imperialismo, instancia neurálgica del poder de los grupos dominantes. La totalidad de los artistas rebeldes son trabajadores de las televisoras comerciales, han tenido la valentía de romper la coraza del miedo, la cortina de terror que los amos de esos medios han impuesto secularmente a sus trabajadores.
Evidentemente que esa conducta sostenida de odio, de difundirlo por las redes sociales como hace el grupúsculo fascistas Manos Blancas del Grupo Javu, publicando las fotos de las pintas o declarar por canales televisivos como Globoterror, por la prensa tarifada como el Nazional, Universal, Viejo País y otros contra estos compatriotas. Esa actitud nos retrotrae a la conducta de las bandas fascistas de la Alemania nazi del período de la pre guerra mundial que incendiaron Berlín y otras ciudades y con las banderas del odio, el anti comunismo arrasaron con los más granado de la sociedad cultural y educativa alemana. Claro, aquí no tienen fuerza ni el poder que adquirieron en la Alemania de Hitler, aquí se escudan, se ocultan mayormente en el anonimato, no dan la cara, se esconden y desde las sombras atacan. Son grupúsculos mercenarios pero cuentan con el apoyo financiero de la oligarquía mediática y la falta, tolerancia o debilidad de los organismos gubernamentales para cortar de raíz estas peligrosas manifestaciones de odio.
Pero no para allí la oleada de odio del fascismo criollo, otros grupúsculos integrantes de un plan bien orquestado y cuyos hilos están en el gobierno de los Estados Unidos, en los grupos terroristas de cubanos apátridas, en los partidos de la MUD, en los exmilitares golpistas que desde las sombras buscan alterar la paz de la República, en los paramilitares de genocida colombiano Uribe. La otra manifestación del fascismo son las pintas o escritos hechos ayer en paredes de la capital por seguidores de Capriles contra el comandante Chávez festejando su muerte por el cáncer, lo que llevó al camarada Nicolás Maduro a decir: “… que miserables. Comandante Chávez esté usted en paz que este pueblo no se va a dejar provocar por el odio”.
Por si fuera poco las magras fuerzas del fascismo buscan crear una crisis penitenciaria esta misma semana, en plena campaña electoral y a escasos días de las elecciones. Un pillo, fascista redomado, agente tarifado de un gobierno extranjero, Humberto Prado, coordinador del Observatorio Venezolano de Prisiones, fue denunciado por la Ministra Iris Varela quien señaló que este personaje reunido con familiares de privados de libertad en el estado Falcón, “estaban llamando a una huelga de sangre y tenía que ser esta semana, debían comenzar ocho días antes de las elecciones”.
Si esta escalada no es suficiente el propio presidente Maduro denunció el siniestro y criminal plan gringo de Otto Reich, Roger Noriega, Negroponte desarrollado por la extrema derecha salvadoreña de D’buison de enviar una banda de mercenarios (¿cuántos ingresaron) a operar en Venezuela en actos de sabotaje del sistema eléctrico, asesinatos de políticos de la misma derecha y del campo revolucionario incluyendo al presidente Maduro que está en la mira del imperio.
¿Recuerdan el 2004 cuando esa burguesía junto a militares felones y traidores introdujeron a 150 paramilitares colombianos en la finca Dacktari propiedad de Robert Alonso?
Bien, ahora quien contacta al grupo mercenario salvadoreño es nada más y nada menos que el dirigente de Primero (In) Justicia Armando Briquet, jefe de campaña del comando antichavista, que los tiene ocultos. Ya en el diálogo entre los dos jefes mercenarios salvadoreños quedó claro que la oposición los escondería con seguridad. Así lo informó Nicolás Maduro.
“Armando Briquet es el enlace que puso Capriles con los mercenarios que ha mandado la derecha salvadoreña para sabotear el sistema eléctrico, mercenarios para asesinar hombres y mujeres en Venezuela y que traen un plan para matarme a mí”.
Nicolás Maduró ratificó que “ya las autoridades están tras la pista de los terroristas y reveló que “se están moviendo armas” por parte de estos grupos, por lo que hizo un llamado de alerta al pueblo y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
La intolerancia no cesa, el grupo Manos Blancas que tenía un “campamento” de protesta no se sabe de qué, en el Este de Caracas, fue asaltado por bandas fascistas motorizados y lesionados varios de ellos. Al parecer derecha contra derecha.
Pero de nada les servirá esa campaña de odio e intolerancia, de violencia. Serán frenados por el gobierno revolucionario y por el pueblo. Su objetivo es claro, evitar el triunfo de Maduro el 14 de abril. Están apelando a todos los recursos, a las provocaciones más viles, el propio Capriles es el promotor del odio, el abanderado de la intolerancia quien probablemente el viernes anuncie su renuncia a la candidatura para tratar de crear una crisis y mover “todas sus fuerzas”. Pero los esperamos en la bajadita y les meteremos como mínimo diez millones de votos por el buche.
(humbertocaracola@gmail.com) (@hgcaracola)