Eso dice el refranero popular. “Nadie es profeta en su tierra”. O a Luis Vicente León, le pasa como a muchos escritores, a quienes sus más íntimos no les leen. Generalmente alegan que en las frecuentes tertulias se enteran de antemano lo que habrá de escribir mañana. Ya se lo saben. Lo que suele no ser cierto.
Pero León y Datanálisis tienen sus seguidores, o para decirlo mejor, él y ellos son aliados, más no íntimos. No todo lo hablan entre sí; como lo que la encuestadora y el encuestador hacen público que no es otra cosa que el resultado de las indagaciones de las preferencias electorales.
Mi pobre escuálido, nunca se entera de lo que anuncian las encuestas. A menos que alguna de ellas salga en forma de un aviso pagado por la MUD y en periódico comúnmente aliado de ésta, como la atribuida a una encuestadora de procedencia argentina, en la cual Capriles gana por 6 puntos. Esta la carga en el bolsillo derecho de la camisa y aún resguardada en su cartera por si acaso. Cada oportunidad la esgrime como quien tiene los pelos del burro en la mano.
“Es burro es negro, por algo tengo los pelos en la mano”; dice eso con énfasis, mientras pela por la encuesta chimba que le elaboraron a Capriles a domicilio.
Pero mi pobre escuálido también tiene los oídos repletos de la información que le proporciona Globovisión, que con mayor audacia que la encuestadora sureña, le dice para su goce que “Capriles ya ganó de calle”. Con ese mensaje el canal, aunque sea hasta el 14-4, le mantiene enchufado y cual “Bella Durmiente”.
Habiendo bebido de esas dos fuentes, más de las encuestas digitales de sus diarios preferidos, sale a la calle desaforado, todos los días en aire desafiante, porque ya casi está en el gobierno.
A Luis Vicente León, él, mi escuálido preferido, no todos, le hizo caso y le tomó la palabra, cuando recomendó a la MUD y a Capriles, intentasen separar a Maduro de Chávez. Como Capriles, al candidato de Chávez, su hijo, comenzó a llamar Nicolás, ver a los médicos cubanos como son, ofrecerle la nacionalidad y hasta acusar a aquél de echar a perder lo maravilloso que Chávez venía haciendo.
“De tres meses para acá, cuando Nicolás se encargó de la presidencia, este país se jodió.”
Así habla mi pobre escuálido. “Chávez todo la había hecho bien, ojalá estuviese vivo para el bienestar de todos, pero Nicolás es otra vaina.”
Cada día o medio día, se apropia de algún símbolo, consigna y hasta canción chavista. Pues quiere mostrar que es más “chavista que el Papa”. ¿No es así como se dice?
De esa manera extraña y como mecánica, desarrolla mi pobre escuálido la idea de Luis Vicente León y Datanálisis. Eso es un cómo seguirle al pie de la letra o al caletre, porque mi pobre escuálido es duro de aprender y más para llevar a la práctica, a lo concreto, una idea. Es la vieja y ancestral costumbre de esperar que todo se lo pongan en la boca. Eso le viene desde chiquito y cómo se hace para cambiarle.
Pero en fin de cuentas, aunque lo haga mal, da muestras de haber escuchado a su asesor, no a cualquiera, a un gringo, sino a Luis Vicente León, que si Maduro muestra que con él está Chávez o aquél es la continuación de éste, el chavismo se hará más fuerte y difícil, por no decir imposible, de derrotar en las urnas y en la calle.
Mi pobre escuálido, no obstante, ha optado por ignorar lo que dicen las encuestas todas. Incluso, desconoce o finge muy bien desconocer lo que arrojan los números y cuentas de Datanálisis.
Pese a que alguno de sus diarios preferidos, ante lo evidente, con timidez, dicen cosas como “Capriles la tiene difícil”, diciendo la verdad no a medias, porque ni siquiera allí llegan, sino una pequeña mordida, mi pobre escuálido no se da por enterado.
Ignora, y créame amigo que no lo disimula, sino simplemente eso, ignora que haciendo una síntesis de todas las encuestas, incluyendo la única que admite conocer, Nicolás Maduro gana por más de 14 puntos. Por eso sale de su casa a diario desafiante y haciendo planes para cuando retorne al gobierno.
Es extraño, ante cada elección repite la misma conducta.
Eso no importaría nada, si no corriese el riesgo, mi pobre escuálido, que el domingo 14-4 en la noche, ya listo para arrancar a celebrar con euforia, la realidad se le venga encima y le aplaste.
En verdad voy a lamentarlo, pues he dicho que es “mi pobre escuálido”.