Dick Tracy no es un personaje extraño acá en Venezuela, durante años él estuvo aquí en periódicos como El Nacional y en muchísimos otros, en forma de tira cómica; lo que pasa es que ahora Dick Tracy vino a escena en forma de carne y hueso pero con el remoquete de Timothy Halley.
La prensa sedicente, que ha cobrado siempre al imperio por promocionar a Dick Tracy, no podría ahora haber hecho menos que ocultar esa noticia de la captura del sujeto, infraganti, conspirando para convertir a nuestra patria en un río de sangre.
Y, no es el primero ni el único ni el último conato imperial de desatar una guerra civil en Venezuela, ni tampoco yo pretendo echarle cuentos al que sabe historias, no y no de ninguna manera, pero es bueno recordar que, a guisa de ángel, el mefistofélico Alfredo Peña, entonces Alcalde Mayor de Caracas (años 2000-2004), trajo también a Dick Tracy pero con el apodo de William Bratton, para que le echara plomo al hampa -así decía- pero no al hampa bancaria chupasangre , y valga la hipérbole, sino al pueblo de los barrios y eso quedó demostrado en abril de 2002. Proclamar la violencia connota incentivar las consecuencias funestas de la misma; este era en el fondo, el objetivo del plan Bratton, diseñado en USA y cuya finalidad fue crear un caos civil, a partir de una situación que para entonces se hacía insostenible: la pobreza extrema. La delincuencia no sólo es consecuencia de la pobreza sino que también es causa de la riqueza malhadada; Alfredo Peña se enriqueció en la Alcaldía Metropolitana de Caracas. Peña trastocó el orden democrático al arremeter con su policía contra el pueblo trabajador; mientras la revolución propugnaba y propugna por la paz, ese enemigo apostaba y apuesta a soluciones violentas para así abrir mucho más la brecha para la dominación. Ahondar en el significado profundo del problema de la delincuencia nos lleva directo al abandono al que estuvieron sometidos grandes sectores del pueblo, dejado a su suerte por parte de una burguesía inmoral que hizo lo que le dio la gana durante cuarenta años de oprobio; la burguesía, que en todas partes y en todas las épocas es la misma, tiene gran culpabilidad en la ocurrencia de esa penosa circunstancia, la violencia. La crisis social y política que imperó en Venezuela antes de Chávez llegar a Miraflores, no era espontánea sino planificada y, para peor, íba hacia el extremo de la degradación. La llegada de Chávez detuvo el despeñadero; había que frenar esa crisis, al menos, antes de reorientar hacia la justicia bolivariana y socialista, a la sociedad venezolana; y eso fue precisamente lo que el Comandante Chávez intentó hacer; mas, se interpusieron los mil y más obstáculos dispuestos por la burguesía agazapada y uno de ellos no fue otra cosa que la violencia. Ya para el 2000, Peña pone en marcha su macabra estrategia de entrenar a la policía metropolitana en la tortura y en la matanza contra el pueblo trabajador y para lo cual dispuso contratar al tristemente célebre Bratton y su lema era: ¡plomo al hampa!
Lamentablemente para entonces el Estado no reaccionó como debió ser y dejó que ese rolincito se le fuera entre las píernas; era que Peña estaba instigando públicamente al golpe de Estado pero nadie osó ponerlo en su sitio; Peña estaba violentando impunemente el mandato constitucional de respetar los derechos humanos y esa irresponsable y premonitoria arenga de plomo al hampa tuvo su desenlace el 11 de abril de 2002.
No es con medidas extremas de violencia como se resuelve el problema de la delincuencia -eso está suficiente demostrado- sino en buena parte, entre otras medidas, con la incorporación de valores espirituales y físicos como la solidaridad y el trabajo. Lamentablemente la educación, que debería ser una herramienta básica para fecundar códigos sociales válidos, está confiscada por una burguesía depredadora que no piensa más que en su mezquina comodidad propia, a costillas del pueblo trabajador. Una educación apropiada sería la más estupenda alternativa de solución pero, repito, la escuela está plagada de antivalores, de incompetencias y de ruinas, por lo que hay que entrarle a martillazos.
La criminalidad que está en las calles es en buena parte inducida por los medios capitalistas de difusión informativa y por las desigualdades a las que el pueblo ha estado sometido; la criminalidad que está especialmente en el rectorado de la Universidad Central de Venezuela -valga de ejemplo concreto- y en otras universidades del país, en la gerencia de cada uno de los grandes bancos, en la gerencia de periódicos escuálidos y de empresas productoras de harina de maíz y otros alimentos (léase empresas polar) y que el medio de comunicación irresponsable denuncia, está fraguada en esa escuela caduca que ellos mismo defienden.
No es posible conformar a un hombre nuevo en una escuela vieja, caduca, pervertida, inútil, tanto inútil pero que hasta el colmo es así que de ella ha nacido la meritocracia que aruinó a PDVSA y casi la funde. Y, ni que decir del electorado engañado y enfermo que les ha dado poder a la ultraderecha amarilla para que esquilmen la patria. Hay que ser bien bolsa para atentar contra el propio interés de uno; ahora bien, no saber lo que hace daño o lo que beneficia a ti, a tu familia y a tu patria es triste. Mas, os digo que la peor burrada que ha salido de esa escuela caduca no es la tan cacareada meritocracia sino otra élite conocida como CEVE (Conferencia Episcopal Venezolana Escuálida) puesto que la educación religiosa se fundamenta en el dogma, craso error.
La educación religiosa anula facultades en el niño, así que cuando éste llega a una edad adulta ya no tiene remedio, pero si logra llegar a viejo y, por si fuese poco llegare a usar capelo, entonces peor que peor, ahí sí que la puerca tuerce el rabo, se transforma en una calamidad. Hay que contarles la verdad al electorado escuálido para ver si reacciona sanamente.
El imperio norteamericano gestiona sumergir a Venezuela en una guerra civil para que nos matemos unos a otros y, mientras tanto, ellos caerle a la faja petrolífera del Orinoco y llevársela.
Ojalá el escualidismo haga un momento de reflexión y se aboque a luchar junto a nosotros por la defensa de la patria y para ello hay que proclamar la paz.
Obvio, no pidamos peras al olmo, ni la meritocracia ni la CEVE van a reflexionar porque esas dos élites ya no tienen remedio.
Ojalá nazca una oposición nacionalista con la que podamos entendernos pero, hasta ahora, la oposición se deja llevar de modo irreflexivo por unos locos.
Otan:
Dos reflexiones que pueden serviros para complementar estas consideraciones y que están en la red, son:
- Carta para Gabriela (narrativa) y
- La vida es mi universidad, ahí me quemé las pestañas pero no como Nicolás en la facultad de bus sino en la de peñero.