La oligarquía ve presidenciable al muchachuelo del grupo polar. Algo así como veían a Giusti a mediados de los noventa después de la entrega petrolera que impulsó este último. Lo que pasa es que Chávez lo desarticuló con dos o tres discursos. Pero el patiquín de hoy se las trae con deseos demás. Por eso Capriles lo mira de lejos con recelo. Ya en una desbandada que Capriles, él mismo promovió con sus acometidas neofascistas posteriores al 14-A, los sectores más conservadores unos y otros en búsqueda desesperada de alguien que los represente, empiezan a mirar en el peluquín de la Polar, una posibilidad de crear un producto electoral vendible y con una astucia que el Pavo Mendoza empieza a demostrar.
Hacer en poco tiempo de Mendoza lo que por más de cincuenta años hicieron de la Harina Pan, sería el objetivo del plan. Y eso para el capitalismo es cuestión de plata, nada más. Y empezaron su treta promoviendo el desabastecimiento y la escasez. Se buscaba presentar, aunque “no le guste la política” al muchachón de marras con algún impacto económico social que llegue a la clase media y también a los estratos bajos más afectados. Dos o tres discursos altisonantes del escogido, un poco más de escases y zuas, a una cumbre presidencial. El primer paso estaba dado. Y por supuesto hablando de sus temas en la madriguera presidencial el muchachón se la comió. El segundo paso también, dado. Por eso ya el mismo miércoles como por obra y gracia del nieto predilecto del Mendoza Mayor, empezaron a surtirse los anaqueles. Es probable que esa reunión del martes en Miraflores, al que menos le haya gustado haya sido a Capriles. Mendocita lo pasó al segundo plano opositor.
La pelota está entonces en el semicampo de Mendoza. En un juego donde asiste obligado el ex candidato sin que ni siquiera lo mencionen. Pero la verdad es que la oligarquía se las sabe todas. Le dieron cancha a Capriles que quemó sus dardos en una acción suicida y desestabilizadora. Y viendo a toda luz la imposibilidad de lograr en ese ángulo sus objetivos saltan sin pensarlo a otra treta bajo la batuta del querubín del grupo más ricachón de Venezuela. Y desde ya sólo se advierte que a Capriles, asediado en su propio corral, le ha roncado un mozalbete con ínfulas de poder político, pero con mucho menos propensión a la torpeza como la que desde hace años viene mostrando el pupilo de los Capriles. El tercer paso parece más fácil darse.
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