Mi palabra
“Es preciso haber sido derrotado
dos o tres veces para poder ser algo”.
Enrique de Bouillon
El candidato de la MUD, se encuentra en una encrucijada; no haya para dónde agarrar, no sabe si incorporarse a la Gobernación de Miranda o seguir en su desbocada carrera como candidato presidencial, pensando en unas nuevas elecciones, que solamente están presente en su frustrada imaginación; en algunas de sus cortas paradas de su largo peregrinar por el país, aprovecha para lanzar sus mensajes a través de la veloz modalidad del Twitter, para seguir “enchufado” en la opinión pública, tratando de levantarle el ánimo a una masa considerable de votantes, que se acercaron a las urnas electorales del 14 de Abril, para darle el apoyo con el voto; muchos de ellos, sufragaron sin ningún compromiso postelectoral con matices guarimberos; sigue en su empeño de mostrar un panorama distorsionado de los resultados electorales; no deja de observar la sorpresiva votación, pensando lo cerca que estuvo de las puertas de Miraflores; pero bien lo dice un viejo refrán o el nombre de un poema “Tocar la puerta no es entrar”.
En los últimos días, han venido apareciendo los mensajes twitteros, reproducidos por los medios de comunicación, como canto de pájaro mañanero; casi todos vienen cargados de ofensas y descalificaciones hacía al actual Presidente Nicolás Maduro, buscando hacerle perder la compostura, algo que no consiguió en la pasada campaña, a pesar del sistemático ataque, con el apoyo publicitario de grandes empresas con asesoría norteamericana. Su euforia e incansable “triunfalismo” se basa en la errada visión del proceso electoral del 14 de abril, por parte del Presidente norteamericano Barak Obama, cuando de manera descarada, desconoce el resultado electoral en una abierta intromisión, algo muy común en todos los gobiernos de los Estados Unidos, así, estén dirigidos por blancos o negros, es parte de su política de expansión imperialista y no del color de la piel.
Antes este panorama político venezolana, el país sigue adelante con muchos problemas: algunos productos de la improvisación y la corrupción; otros propios de un país capitalista subdesarrollado, pero, con un gobierno haciéndole frente a los enemigos internos y externos, donde la falta de conciencia es el peor mal de nuestra sociedad. La oposición se escuda en estas dificultades para tener protagonismo, aprovechando al máximo cualquier error del gobierno; saben de la números electorales, más de siete millones y medio de votos, una valiosa votación (cualitativa y cuantitativa) del proyecto liderado por el fallecido Presidente Hugo Chávez, con su discípulo y férreo combatiente Nicolás Maduro, en una situación económica mundial muy difícil, para desesperar y poner a pensar a cualquier aspirante con dos derrotas a cuesta.
Antes esta realidad Henrique Capriles Radonski, ha buscado en la oscura frustración de la derrota, algún argumento para justificar su posición antes los resultados electorales; empezó a cantar fraude, desde el mismo momento, que el CNE anunció nuevas elecciones por las causas ya conocidas, pero a la vez le fueron inflando a sus seguidores un triunfo infalible. Todos conocemos los resultados, una diferencia menor de la esperado, por los seguidores del fallecido Presidente Chávez; esperanza alimentada, por el calor humano en las exequias; sin embargo la ventaja, que da como ganador a Nicolás Maduro, pasa de 200 mil votos, cifra respetable y sumamente importante, pero insuficiente para convencer a los que estaban preparados para montar la guarimba electoral, desconociendo la victoria del pueblo Chavista.
El último paso dado por Capriles, es la impugnación con argumentos muy pobres, que se pierden como pájaros en cautiverio cuando le abren las jaulas. Podemos nombrar algunos muy simples, que descubren la poca seriedad política de este Gobernador o Candidato sonámbulo. Algunas de las pruebas presentadas no resisten el mínimo análisis, por ejemplo: decir que le sacaron los testigos a punta de pistola, es creer que todos somos unos “pistolas” o bobos, sabiendo que estaban envalentonados, preparando las cacerolas para sonarlas, como niños con triki traki en navidad; otra “prueba” presentada para desconocer la victoria, son los números donde Nicolás Maduro, superó al fallecido Presidente Hugo Chávez; esos eran los resultados esperados en la mayoría de los centros de votación, incluso por ellos mismos, por las muestras de aprecio y cariño en las ciudades, pueblos y caseríos antes la lamentable muerte del Comandante Chávez.
Los últimos mensajes lanzados por Capriles, dan para hablar, reír y comprobar su finalidad; todos tienen una abierta descalificación al CNE y al Presidente de la República; no se ha cansado de repetir, que la auditoria es “chimba”; de llamar ilegitimo al mandatario; pero la última bufonada es como para verla la cara, para comprobar, si está en su sano juicio, cuando de manera ligera expresó: “El problema se resuelve realizando nuevas elecciones” solamente le faltó decir: “Hasta, que yo gane”. Cuidado, si no se queda, lanzando alaridos en la oscuridad, buscando el camino perdido.