Capriles tiene rabo´e paja pero juega con candela, manda a sus seguidores a que salgan adelante a descargar sus arrecheras, repicando ollas como locos sus pocillos; mientras que él recula y paga así su arrechera propia, en vez de asumirlo hacia adelante, esto es, ponerse al frente de sus enajenados fans.
Un aforismo popular reza que cuando el Diablo no tiene nada que hacer se pone a matar moscas con el rabo y parece que es el caso, no puede ser de otra manera ya que si Capriles no tiene cachos para atacar, lo hace con lo que puede.
Doquiera esté, a Capriles lo persigue un mosquero y, por algo tiene que ser. Su estrella se apaga y eso le desespera, su estrategia para atizar el fulgor de candilejas, es suicida y en su locura en vez de tirarle peos a la Luna, al Sol, en fin a los astros del firmamento, debe calmarse apelando al chicle que, al parecer de la cotilla, tanto le gusta.
Valga que el suicidio no parece ser un simple deseo de morir ni tampoco un acto de valor ni de cobardía sino el acto de una consciencia enajenada; sí un hombre ha pasado toda su vida condicionado a una cosmovisión torcida es poco probable hacerle cambiar el paradigma en un abrir y cerrar o viceversa de tiempo y de lugar; dicho de otra manera, que ese carajo -Capriles-está loco´e bola y como tal, enfermo, parece incurable, pero en una guerra los heridos y los enfermos deben ser asistidos, sean del bando que sea.
Luego del resonante reconocimiento internacional al Presidente Maduro, a Capriles no le quedó nada que hacer, quedó ocioso y el mosquero que suele acompañarle se le vino encima, ahora él lo espanta con su rabo´e paja.
¡Diablo sin cachos es que no tiene diabla pero tiene rabo, es como un jardín sin flor!
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