Resulta incongruente por donde se mire, la pretensión de la jerarquía de la Iglesia Católica, para sancionar al Padre Vidal Atencio, quien como todos sabemos es uno de los sacerdotes que encontró en la Revolución, el más vivo y práctico ejemplo de cómo se puede llevar a la realidad el Evangelio de Cristo y quien como muchos otros sacerdotes ha manifestado su disposición, colaboración y sin ambages se han colocado al lado de un gobierno que en sólo 14 años ha logrado beneficios para los más pobres, inclusión para los siempre excluidos y demostrar que si se puede, desde la administración pública velar por los intereses de los que menos tienen.
No se puede aceptar que quienes se han identificado y actuado contra la Revolución, no sólo sometiéndola a continuas críticas, desmedidas. Injustas y condenando a priori, sino incluso participando activamente en acciones contrarrevolucionarias como sucedió con su actuación protagónica, cuando el golpe de abril del 2002 y el paro petrolero, que ante los cruentos sucesos de abril de este año, no se hayan pronunciado, que a quienes desde las filas del clero han participado públicamente desde sus púlpitos para denigrar de la obra de gobierno e impulsar la división del pueblo, se les permita sin cartas, circulares o reprimendas, y al Padre Vidal, se le pretenda prohibir algo que no es más que el ejercicio de su libertad para demostrar su apego a las causas más justas, a las que apoya porque ha vivido como testigo de excepción las bondades del ejercicio de un gobierno que actúa lo más parecido a lo que contiene el legado de Cristo Redentor.
Carece pues la Jerarquía eclesiástica de moral para siquiera llamar la atención a sacerdote alguno porque manifieste su decisión de apoyar la revolución, cuando casi todos los Obispos e incluso los Cardenales cuyo mandato ha coincidido con los años de revolución que hemos vivido, no han tenido trabas ni consideraciones de ningún tipo, para actuar activamente o apoyando a quienes han demostrado con su conducta y con hechos, sus intenciones de dar al traste con la voluntad del pueblo.
No nos queda más que manifestar nuestra solidaridad con este digno sacerdote católico, quien ha explicado suficientemente el por qué de su actitud y cómo es que no ha incurrido en ninguna violación al aceptar como ofrendas en su misa, de las fotos del Comandante Supremo, dl Presidente legítimo y del gobernador, de estos últimos para pedir al Altísimo por su gestión y no como fue interpretado erróneamente que era permitir casi que a la elevación de santidad de los personajes representados, pues no estaban en el altar sino en el atrio que es cosa muy distinta.
Razón tiene el nuevo Papa cuando se inicia abogando por la renovación de la Iglesia para que se ponga a tono con los nuevos tiempos y se coloque siempre al lado del pueblo, sobre todo de los más necesitados, que es precisamente lo que al padre Atencio hace con su prédica y con su ejemplo.