Para quienes se empeñan en hacerlo, les resulta difícil tratar de descalificar las políticas sociales de la Revolución Bolivariana. La respuesta a partir de aquel nefasto paro del 2002-2003 permitió al Presidente Chávez asumir una posición firme y radical como respuesta al ataque de una posición que se planteó una debacle económica para derrotarlo. Estrangular la economía y apretarle el cuello al pueblo para producir un estallido social que no llegó.
En aquel momento la respuesta popular fue ejemplar. Entendió, asimiló y se distanció de quienes pretendieron quitarle la comida, los servicios y paralizar la industria petrolera. Dura lección que la oposición suicida no asimiló, al punto que después le han llovido las derrotas electorales, una tras una.
Está claro que la oposición venezolana, títere, financiada y con muchas caracterizaciones fascistas, le ha dado continuidad a su empeño. Primero en salir de Chávez. Ahora de Maduro. Para ello insisten en cumplir lineamientos que efectivamente han funcionado en otras latitudes. Esencialmente el saboteó en sus diversas manifestaciones, las campañas sicológicas y desmoralizadoras, y la descalificación de la dirigencia chavista, son argumentos que ellos pretenden convertir en caldo de cultivo para deteriorar y derrotar esta Revolución.
Lo cierto es que muy a pesar de las pretensiones desestabilizadoras y criminales de la oposición antidemocrática, este joven proceso se empeña en hacer de la inclusión social su palanca para hacer de la humanización y la solidaridad sus valores fundamentales. Nuestro Presidente no ha dudado un segundo en darle continuidad a la obra y sueño de Chávez. Hechos, obras y resultados que hoy reconoce el mundo entero.
Ocurre que toda esta buena intención choca con quienes no han comprendido la bondad y tolerancia de la Revolución Bolivariana, que ha tenido la virtud de ser respetuosa y abierta para favorecer a todos, sin distingo alguno. Este gesto, hasta ahora ha sido burlado por algunos empresarios que nuevamente se prestan para emprender la práctica del ahogo alimentario. Con muchos de ellos el alto gobierno ha sostenido conversaciones y acuerdos que no cumplen. Ellos se anotan en los planes que tienen como objetivo la derrota electoral del chavismo en las elecciones del 8-D.
Les advertimos que están equivocados, si piensan que están frente a un gobierno y pueblo pendejos o caídos de la mata. Con la solvencia económica de nuestro país hay que darles la respuesta más contundente. Atacar ahora mismo a los acaparadores del tamaño que sea y combatir el nerviosismo que han generado en la población para dejar mal parado al gobierno.
La harina, el papel sanitario, el aceite o la mantequilla no pueden contra la conciencia del pueblo venezolano ni derrotar a un gobierno que se ha dedicado a combatir la pobreza, heredada de los pésimos gobiernos adeco-copeyanos. El momento es para combatir con toda firmeza esta plaga amarilla, antipopular, mercenaria y fascista. Nada de ambigüedades. Ni tan calvo ni con dos pelucas. ¡Mano dura, Nicolás!