Definitivamente la oposición no da pie con bola. Y nada les saldrá bien mientras sigan actuando de mala fe, subestimando así la inteligencia de la gente que ya no come cuentos. Valiéndose del uso abusivo de los medios de comunicación, la vieja política cree comérsela toda cuando con cinismo difunde que el país se cae a pedazos. Pero brutos al fin, siguieran enredándose en sus propias mentiras, siendo la propia realidad la que se encarga de desmontar esa perversa matriz de opinión que no refleja la realidad del país. Y viéndolo bien, son tan desatinados que pensamos que sean pavosos, pues ni siquiera los favorece lo de “una mentira repetida mil veces termina siendo una verdad” (así lo creyó Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania Nazi).
De espalda a la realidad nacional, la oposición continuara insistiendo en ahogarse en su turbulento mar de errores; ignorando que catorce años no transcurrieron en vano, tiempo suficiente para que la nueva conciencia haya agotado ofertas de incautos en el mercado, y con ello dificultándoles a los mercaderes del voto la posibilidad de comprar conciencia para imponer gobernantes vagabundos.
Lamentablemente por los vientos que soplan, la oposición no da señales de recobrar el sano juicio, condenándose en esa forma a darse cabezazos como sapo contra la pared. Y porque definitivamente se emperran en pecar de tercos como una mula, jamás reconocerán que las estadísticas son el parte más confiable y científico para medir el grado de desarrollo y crecimiento de las economías. En el caso de Venezuela, bastaría que el ciudadano común se lleve las manos al bolsillo, para que aprecie que ahora su ingreso per capital es superior a los sueldos y salarios miserables del modelo neoliberal salvaje, el mismísimo sistema atroz que nunca movió un dedo sin antes consultar con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Profetas del desastre, pájaros de mal agüero, casandras agoreras, cualquier calificativo de estos les viene como anillo al dedo a una oposición fascista que decidió ser fiel exponente de la miseria humana. Verdad que es verdura el apio.
