Por los vientos que soplan, todo pareciera indicar que por ahora descartada una invasión militar extranjera. Duchos en maniobras del arte de la guerra, el mundo occidental (a diferencias de otras incursiones), esta vez ha preferido recurrir a las sanciones políticas y financieras, con el fin de provocar una respuesta inmediata de los factores de poder que hacen vida en Venezuela. Es decir, a cuadros medios del ejército, iglesia, asociaciones de empresariales, gremios profesionales y sindicales que conforman las llamadas fuerzas viva.
Tanto el 18 de octubre de 1945, noviembre de 1948 y enero de 1958, fue la convulsión de un país agobiado por el descontento generalizado, la que a la postre arrojo una salida de fuerza que pusiera fin al drama nacional, así a posteriores este resultado no hubiese sido el más deseado que esperaba el pueblo. Por ejemplo, la fraudulenta dizque revolución de Fidel Castro que ofreció democracia en 1959 y luego se declaró dictador comunista, o también el engañoso “proceso” de Chávez, quien en 1998 no tardo en quitarse la careta para imitar el fracasado proyecto que arruino la vida de los cubanos. ¿Y Sera por eso que a veces dicen más vale un malo conocido, que uno bueno por conocer?
En circunstancias distintas y con actores diferentes, se está repitiendo el viejo drama de una crisis de liderazgo y vacío de poder en un país que se puso a inventar sin medir las consecuencias A todas estas cabe preguntarse: ¿querrán nuestros oficiales arriesgar su pellejo en una absurda guerra de burro contra tigre? ¿O sería mejor negociar una salida que no sea tan traumática y sangrienta, a sabiendas que los cementerios están abarrotados de soberbios y guapetones de barrio que quieren defecar más arriba del culo?