Manolito y la Habilitante

Ya eran humanos quienes comenzaron a intercambiar en el neolítico, hace unos 7.000 años. No andaban por ahí Zuloaga, ni Cocchiola, especulando y dando empleo: los hubieran empalado. Se acababa el nomadismo y se descubrían (gracias a él) las maravillas de la agricultura: las nuevas siembras crecieron en generosa abundancia, superando la demanda del grupo que ahora podía diversificar y especializar sus habilidades: textiles, alfarería y metalurgia nacientes comenzaron a dar excedentes para intercambiar.

Al principio el trueque había sido sólo de miel y sal, únicos sabores dulce y salado conocidos, pero con pieles, recipientes de barro y utensilios agrícolas, y más adelante conchas, piedras, ámbar y joyas, los más osados podían reunir lo suficiente para ir a cambiarlos más lejos. Hoy conocemos las rutas europeas de la sal y el ámbar, las asiáticas de la seda.

MIO PADRE É RICO

Todo anduvo bien hasta que el dinero, intermediario facilitador del trueque, se volvió a su vez la mercancía del principio y fin de algunas operaciones comerciales. Era el famoso capital, triunfo del cambio sobre el uso, de la deuda sobre el tesoro, de lo abstracto sobre lo concreto, del interés del lucro sobre la humanidad del intercambio. Los banqueros, traficantes de deudas, sometieron a los villanos, los artesanos locales y a los pequeños comerciantes de los burgos, luego a pueblos vecinos y lejanos, a la naciente industria; dictaron condiciones a reyes endeudados, y terminaron haciendo la primera revolución para dominar lo que les faltaba, el Estado y las leyes: cortaron la cabeza a la aristocracia y proclamaron la república burguesa.

El rey ha muerto, viva el capital: los humanos que lo poseían fueron poseídos por él, y poco a poco el dinero-buen-sirviente se transformó en dinero-pésimo-amo. Ahora la codicia tenía alas (velas), el planeta era su bodega, los humanos sus clientes, y a veces también mercancía encadenada. Fracasadas las cruzadas, empresa santa y oficial de la Edad Media, ahora comenzaba la empresa histórica del capital: América, un saqueo y genocidio a escala continental.

TUO PADRE É UN ASSASSINO

Con el desembarco español las naciones indígenas de Venezuela sufrieron lo que los yanquis llaman “shock and awe”, método militar de moda consistente en "afectar la voluntad, percepción y entendimiento del adversario para luchar o responder a nuestros fines políticos estratégicos a través de la imposición de un régimen de Shock y Pavor." Pero faltaba lo peor: Carlos V le alquiló el país al tátara tatarabuelo de Angela Merkel, la hamburguesa, y éste mandó a los Alfinger, agentes del Deutsche Bank, peores que el cártel de los Zeta: desde entonces quedó en el lenguaje la pregunta “¿alemán de Alemania o alemán de mierda?”, justo elogio a los buenos alemanes de Alemania (artistas, músicos, científicos, filósofos y revolucionarios) para diferenciarlos de los malvados. La destrucción que hicieron los Welser en Venezuela sólo se compara con la de la Otan en Yugoeslavia y Libia

MIA MAMMA É ELEGANTE

Los Borbones que son, junto a los Saboya, la más incapaz de las dinastías europeas, acabaron con su Imperio donde nunca se ponía el sol y nadie quería pagar la luz. A fuerza de oponerse al comercio e imponer monopolios, enfurecieron a los criollos: a punta de lanza y filo de machete los expulsamos del continente, por inútiles y dañinos que eran y siguen siendo, y para muestra basta la España de hoy, que tanto admira Capriles.

TUA MAMMA É UNA PUTANA

Los sacamos a patadas por la puerta y se metieron por la ventana, primero como comerciantes, vendiendo lujos a las mujeres de la oligarquía criolla, y luego como banqueros vendiendo préstamos a los ricos: “No importa General, usted paga cuando quiera”…

Los intereses eran el problema, porque desde Bolívar eran del 12% anual y por encima era usura, y los banqueros querían más: por ese porcentaje nos calamos 50 años de guerras y guerritas que asolaron el país. Conservadores y liberales, centralistas y federales, no eran sino la expresión política de dos facciones de la oligarquía peleando por la tasa de interés. Tenía razón el tío Karl: la política es economía concentrada.

UNA REBAJA EN EL CUENTO

En el Siglo 20 se pegaron como garrapatas de la ubre del petróleo, y casi matan a la vaca. Pero Chávez los frenó y Nicolás les acaba de parar el trote. Algún día cuando les pregunten a los especuladores cómo quebraron con la revolución bolivariana, dirán: “Primero poco a poco, y después de golpe”…

¿Pueden los comerciantes ser buenos ciudadanos? En Venezuela es imposible para los mayoristas (que infectan y arrastran a medios y pequeños) porque están muy mal acostumbrados y se la dan (o se la daban) de guapos y apoyados por la prensa canalla y los políticos de oposición. Difícil pero no imposible, si logran meterse en la cabeza que vivimos un cambio de época y que ahora, por más insólito que les parezca, deben cumplir la ley. De lo contrario, recordarán las recientes palabras de un árabe: “Prefiero que me saqueen, porque pierdo menos”. Pero ni esa alternativa les dará la revolución: al ritmo que va Maduro, repotenciado por la Ley Habilitante, o se acoplan o desaparecen. En materia económica, Manolito, no estamos jugando.


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Eduardo Rothe


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