Cualquier observador, sin mucho esfuerzo, percibe que las medidas urgentes del gobierno, las inspecciones y denuncias del mismo, han impactado a la multitud. El público, incluso aquel que no ha apoyado al bolivarianismo, ha entendido dos cosas; la primera, que el índice de precios al consumidor, en una amplia gama de mercancías, sobre todo importadas, ha resultado de una actitud especulativa sin medida ni pudor alguno. También dentro de lo mismo, que numerosos comerciantes, muy poderosos, de esa burguesía importadora que tradicionalmente se ha opuesto al gobierno, incluyendo figuras importantes de la oposición, como el diputado por Carabobo y candidato a Alcalde por Valencia, están inmersos en un plan especulativo gigantesco. El cual tiene sus marcados ribetes políticos.
Pero también han entendido los venezolanos, que la oposición no ha podido desligarse de la banda poderosa que especula con saña a los venezolanos, por razones muy conocidas. Porque integrantes de ella juegan el rol de dirigentes opositores y otros el de financistas de primera línea. En este cúmulo de cosas trágicas, se halla un buen número de medios de comunicación que sesgan noticias, alarman y hasta mienten, en favor de los especuladores, también por razones que se derivan del beneficio que reciben de quienes pagan la propaganda que a estos les reportan beneficios.
Quien revise la línea discursiva opositora durante la doble discusión que se le dio a la Ley Habilitante, puede constatar sin ningún esfuerzo, que no hubo, por lo menos de manera sostenida, una actitud de condena a los especuladores; pero si lo contrario. Se intentó más bien descalificar al gobierno que a éstos intenta derrotar en favor de los consumidores o los venezolanos todos. Es decir, se apoyó a los especuladores “con piquete al revés”.
No es exagerado decir que la oposición tomó partido al lado de la especulación; para sostener esto basta con observar cómo se intenta ocultar y hasta justificar esos desmanes, en contra de los nacionales, arremetiendo sin fundamento contra las políticas del gobierno y sobre todo de Maduro. La oposición a la Habilitante, como cuando Chávez hizo uso de esa opción, no es más que una manera de proteger a especuladores y usureros.
Para muestra tomemos este “hermoso” botón, dejado tirado por allí, quizás en un arranque de ira o iracundia – por no decir arrechera – de Capriles:
“No estamos en desacuerdo que se bajen los precios”.
Esta expresión es una disimulada manifestación de solidaridad con los especuladores, porque el mismo Capriles lo es. Constatemos que no contiene una condena expresa a aquéllos y no admite tal anomalía, sino una “simple subida de precios” quizás, según su parecer, justificada. Lo dicho por él, no es más que un simple saludo a la bandera, pues no tiene otra cosa como defenderse ni justificarse. Incluso ni siquiera dice de manera frontal “estoy de acuerdo que se bajen los precios”, no que no sería suficiente; ¡no!, toma un atajo verbal y dice, como quien no quiere la cosa, porque “así es como es”, “no estamos en desacuerdo, pero tampoco me incomoda”, o lo que es lo mismo, no me solidarizo con las medidas gubernamentales.
Para Capriles, las colas para comprar, que resultaron de la respuesta a la “guerra económica” y especulación, no es sino actitud “consumista” de los venezolanos por culpa del gobierno.
En sus declaraciones, lo que hay son “malas políticas gubernamentales” y por éstas, tremenda osadía, mala fe e ignorancia, los comerciantes aumentan desmedidamente los precios. Para el jefe de PJ, ellos están justificados y les corresponde el reino de los cielos, por culpa del gobierno. Casi dijo, “los pobres comerciantes, por culpa del gobierno, para defenderse, se ven obligados a aumentar los precios de sus mercancías”.
Quien diga eso, no está haciendo otra cosa sino justificar y hasta alentar a los especuladores. Es decir, está de su parte “con todos los hierros”.
Otra perla o nota grimosa opositora, proviene de la FVM. Estas siglas corresponden a la que fue gloriosa Federación Venezolana de Maestros, fundada por Luis Beltrán Prieto Figueroa, que un aciago momento cayó en manos de COPEI, sector más opuesto a los fines nacionalistas de organización.
Esa institución, por intermedio de una organización que existe en su seno, denuncia la subida de lo que llaman la “cesta básica navideña de los venezolanos”. Por supuesto, no dicen nada con respecto a las razones de la subida de la cual hablan, sino que ponen de manifiesto su “nacionalismo gastronómico”, al quejarse porque la subida de la susodicha cesta, se debe al elevado precio de “turrones de Alicante, jamón pata negra, aceitunas y alcaparras”. Productos estos últimos importados y envueltos en la vorágine especulativa. Además, la declaración mediocre, infeliz, con poco apego y reconocimiento a lo nacional, sólo tiene el interés de alarmar sin motivos
A esa Federación, que muestra poco interés por nuestros niños, la educación y cultura nacionalista de estos, le cantaría como Gualberto Ibarreto:
“Qué iba a saber mi abuela
de aceitunas y alcaparras,
que con sus aliños criollos
hacía hallacas soñadas”.