La opinión pública es una fuerza demoledora de la verdad o de la mentira y siempre está posicionada en función del nivel de consciencia del sujeto el cual “decide”, muchas veces, lo que otros deciden por él.
Y, aunque se equivoque y meta la pata, el pueblo es la máxima referencia de legitimidad y de sabiduría; muchas veces, por no decir casi siempre, yo modifico -en pleno desarrollo (como diría Walter)- la pauta, y me pongo a la orden de un colectivo cercano -del que me nutro- y aunque maleducado y desobediente ese colectivo es bonito encantador maravilloso del carajo y etc.
Claro, hay que ponerle el ojo a quienes moldean a la opinión pública; y no se trata de camorra ni de sedicencia, no de ninguna manera, se trata es de pararle los mochos a quienes manipulan la información, en vez de decir la verdad y no interferir en la potestad que asiste al pueblo, para interpretar a su real saber y entender lo que deba ser, lo que sí sería libertad.
Pero, al grano:
Sir Vampiro von Sinvergüenza y Lord Relambeñema García y asociados no vanpalbaile y ello se desprende de la lógica.
Es que son sicofantes y multisápidos obsoletos periclitados cromosómicos recalcitrantes malvivientes desadaptados onomatopéyikos austrolohófikos tetramautikos pitekantropuserectusianikos sauriocronografos pianofortes y anélidos entromorfoniatikos.