La oposición comprobó el pasado sábado que por andar haciendo bufonadas, la MUD perdió el poder de convocatoria, condición esta que otrora les permitió fanfarronear diciendo que eran mayoría. Las imágenes del escuálido evento, tanto en Caracas como en el resto de todo el país fueron más que elocuentes, evidenciando que definitivamente perdieron el derecho a ser creídos. De modo que los hechos están anticipando que los fascistas amarrillos harán un triste papelón en los comicios municipales del domingo 8 de diciembre, lo que en la praxis significara que los candidatos de la revolución triunfaran por forfait, pues esta vez no tendrán contendores de peso.
Y quien iba a imaginarse que después de más de catorce años haciendo rabiosa oposición, calentando la calle y derrochando una millonada en guerra mediática sucia , terminarían como una melancólica sinfonía de perdedores. O sea, tanto nadar en aguas turbulentas, para morir ahogándose en la orilla. ¿Acaso hay razones para dudar que la mentira tenga patas cortas, y los errores en la política tarde o temprano se pagan muy caros?
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Desde hace tiempo en la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática la procesión va por dentro, y no podrán ponerse de acuerdo porque esos muchachos malcriados de Primero Justicia han pretendido alzarse con el santo y la limosna, dejando viendo lejos el resto de quienes integran ese menestrón anti-chavista. Al respecto un empedernido y reaccionario editor como Rafael Poleo, en su columna “Corto y Profundo” (27-11-2013), soltó prenda revelándonos que en la MUD lo primero es la intriga, la trampa y el engaño para conseguir debilitar a los aliados y dominar la escena en el supuesto de que el chavismo caiga. ¡Tarde piaste, pajarito!, habría dicho Luis Herrera Campins antes que comprara todos los boletos al purgatorio por el pecado del “Viernes Negro”.
Por fortuna, Dios es grande y protege al inocente, dejando abiertas las puertas del cielo para quienes por ingenuidad se dejaron arrastrar por falsos profetas, esos mismo fariseos de ayer y de hoy que pasándose de maraca ofrecen soluciones mágicas que nunca aplicaron cuando gobernaron durante cuarenta años. De ahí que existan serias razones para creer que esta vez los ciudadanos—asqueados de tantas mentiras y promesas incumplidas por el puntofijismo—, prefieran quedarse tranquilitos en casa, ahorrándose los riesgos de que los remuerda la conciencia. Y tendrá que ser así, pues llega el día que la gente se cansa de ser manipulada por demagogos de oficio, que nada tienen que perder porque descubrieron demasiado tarde que son la crónica de una muerte anunciada.
Una última recomendación y que conste que no es mía: ¡Deja que los muertos entierren a sus muertos!
