Quiero referirme particularmente en esta ocasión a la vil y anti patriótica conducta de la dirigencia copeyana en el parlamento de sumarse al combo ultra derechista y fascista y votar en contra de la necesaria Ley Habilitante que solicitó el presidente Nicolás Maduro para blindar la lucha contra la corrupción y la voracidad capitalista y enfrentar la más que evidente guerra económica de la oligarburguesía contra nuestro pueblo buscando el derrocamiento del Presidente y la caída de la Revolución Bolivariana.
Hago hincapié en Copei por su doble discurso, por su hipocresía que pese a ser esa organización tan sólo una sombra de lo que fue en el pasado, 20 ó 25 años atrás, una organización que gobernó al país en tres ocasiones durante la Cuarta República, porque hace más o menos un año, cuando discutíamos en todo el país el Plan de la Patria que había presentado el Comandante Supremo, para enriquecerlo, hacerle aportes como en efecto ocurrió, se presentó en la rescatada Diego Ibarra el entonces –no sé si aún lo es– secretario general de Copei Roberto Enríquez, no como ciudadano venezolano sino a nombre de su organización supuestamente SOCIAL cristiana.
Allí se desgarró las vestiduras y espetó ante el pueblo reunido, chavismo militante y ciudadanos comunes que querían hacer sus aportes, que los militantes copeyanos fueron formados “en los valores del respeto, de la solidaridad con los pobres, del humanismo, etc.”. Entonces escribí un artículo (abajo reproducido) desmontando aquellas falacias, mentiras, demagogia, falta de sinceridad.
Hoy nuevamente escribo porque la vida, los hechos tercamente me dieron la razón. Copei demostró que no tiene nada de lo SOCIAL que habla el pomposo nombre que utilizan, que aquellos de CRISTIANO es una simple impostura, un término mal y diabólicamente utilizado, y la conducta parlamentaria, llena de miedo, de cobardía ante la SS amarilla de Capriletti, López trono, la Malinche Machado, que controlan militarmente y autoritariamente a toda la oposición, demostró lo que en verdad son: enemigos del pueblo y de la patria, que lo social y lo cristiano no son más que recursos propagandísticos en parte para tener alguna nostalgia histórica de la que aferrarse, en parte para calmar las presiones imperiales que exige sumisión a sus lacayos pero que guarden ciertas formas ante la opinión pública.
¿Queda en esa franquicia que se llama Copei, la que tiene una infeliz historia política llena de entreguismo de la soberanía y la dignidad o de crímenes como la masacre de Cantaura o el vil asesinato de Noel Rodríguez, algún o alguna militante con sensibilidad, sobre todo en los jóvenes, hijos o nietos de los viejos líderes medios del pasado que realmente asuman lo social con el sentido humanista del cristianismo militante, ese del Cristo que luchaba por los pobres y excluidos por los judíos y romanos de su época y que la Revolución Bolivariana ha practicado y practica? ¿Por qué no siguen el ejemplo del digno social cristiano Roy Chardeston o del prestigioso periodista Walter Martínez que se pusieron al lado de la verdad y la razón? Si existen, ¿qué hacen allí al lado de fascistas y conspiradores o tan débil es esa ideología que se doblegan?