Ahora, hay bastantes analistas quienes, desde distintos ángulos, cuestionan la autenticidad socialista de la revolución venezolana. Unos desde el escepticismo mantienen la duda, pero como suspenso entre afirmar o negar la revolución. Hay también quienes comparan a Chávez con Maduro para mostrar al presidente como cobarde y sofrenado por la oligarquía y el imperialismo. Han llegado incluso a la conclusión que, en Venezuela hay desplome de la izquierda. Muchos son consejeros políticos que alertan y aconsejan al presidente a que no pierda el rumbo del proceso y que no cometa errores y para otros, el modelo económico no está claro.
Como es de suponer, los méritos históricos de la revolución quedan o bien, escondidos y negados o, deformados.
Estas evaluaciones reducen el examen crítico de la revolución a la búsqueda de errores, lagunas y omisiones en las acciones de unos u otros dirigentes de la revolución: hay a veces raras contraposiciones entre Samán, Aristóbulo, Diosdado, Maduro con Chávez.
Este tipo de críticas, es fácil realizarla, pero su utilidad resulta dudosa. Pues con ello se confecciona una imagen de la revolución amontonada bajo una sucesión de errores y cúmulo de escombros que la inmovilizan.
Ahora conviene recordar un fragmento de Heráclito de Éfeso que dice: “Para mí vale miríadas uno que sea óptimo”.
Una visión optimista de la revolución significa separar los ladrillos de los escombros, evaluar las distintas ideas y sus posibles limitaciones; como lo hiciera recientemente el presidente Maduro en la entrega de viviendas en Vargas, cuando el gobernador hace el recuento de las viviendas y apartamentos entregados en Vargas durante 2013: dice que son 5 mil viviendas, hasta la fecha son 10, 120 apartamentos:
“Eso no ven aquellos…Para Julio Borges, [el diputado, jefe de la oposición PJ], dice que esto es mentira, que este edificio no existe, que esto es una maqueta […] un estudio de Hollywood que creamos aquí para venir a actuar…persiguiendo a Chávez durante 4 años con la operación maqueta…aquí se están entregando 40 apartamentos y 224 allá en Mar y…”
Julio Borges por su irracional negación política del Presidente Maduro no puede asignar ningún significado al evento de Vargas. Si no reconocen al Presidente carece de sentido lo que declare. De ahí que el objeto del discurso no existe como punto de referencia, eso se queda en suspenso entre la afirmación y la negación. Las viviendas no son lo fundamental, sino, deformar lo que diga el Presidente. Reducir a palabras un hecho trascendental para la revolución y los habitantes. Es como el diálogo entre Hilas y Filonús de Berkeley que llegan a borrar la realidad y reducirla a percepciones, a acuerdos convencionales del discurso.
En esta filosofía, están cayendo muchos críticos de la revolución venezolana, no quieren reconocer que la diferencia electoral se ha incrementado a favor de la revolución, como comentara Maduro ese día: el 14 de abril la diferencia entre la oposición y la revolución era de 223,000; el 8 de diciembre fue de 1, 220,000 (un millón, doscientos veinte mil votantes) a favor del socialismo. Y que solamente en 2013 en Vargas se han construido 5 mil viviendas y se han entregado 10,120 apartamentos. Que en materia de seguridad durante 2013 han sido derribados más de 7 aviones intrusos que violaron el espacio aéreo venezolano, que han sido militarmente ascendidos Diosdado Cabello, Francisco Arias Cárdenas y Ramón Rodriguez, que el Gobierno de Eficiencia en la Calle va ya para la 3ª fase.
Entonces pues, una visión óptima es la que reconoce que, a pesar de las limitaciones que enfrenta, la revolución venezolana ha encontrado los peldaños sucesivos, los ladrillos necesarios con los cuales se erige el socialismo y estos están concentrados en el Gobierno de Eficiencia en la Calle y llevarlo a la acción es el acto heroico que derrota las concepciones idealistas subjetivas tendientes a menospreciar los logros de la revolución en el camino del socialismo.