Lo único que les falta es el Pilín León

Lo único que les falta es el Pilín León
Una pregunta que bulle en la mente de millones de venezolanos es ¿Qué
posibilidad tiene la derecha de derrocar el gobierno bolivariano con sus
acciones violentas y su fascista accionar?

Si la pregunta nos fuera hecha, nuestra respuesta sería que ninguna por
ahora; pero no hay lugar a dudas de que le harán mucho daño al país y
elevarán los niveles de odio hasta lo indescriptible y eso, es una victoria
para ellos, pues de eso se trata: de hacer daño, mucho daño.

Es que su planes no son propios (no tienen sus dirigentes cerebro para
ello), se corresponden con la estrategia gringa de controlar los gobiernos
del mundo y más allá de ello, las riquezas de éste, mediante un plan a
largo plazo que exige paciencia y trabajo constante. Lo de hoy y todos
estos días forma parte de ese plan que ha venido cambiando de
protagonistas, pero siempre bajo la misma idea de minar la confianza del
pueblo en su gobierno y la fortaleza de éste a través de un permanente
acoso político, económico y militar; una campaña de desprestigio y un
ataque a la paz del país.

Lo que en su momento hizo Pedro Carmona, Carlos Ortega, Juan Fernández y
aquellos militares vendidos; lo continuó John Goicochea, Manuel Rosales;
Pérez Vivas y lo ejecutan hoy Capriles; López, maricori y otros. Los
actores van siendo desechados usados y desechados cual condones, pero el
objetivo final nunca es abandonado… a menos que la riqueza de la cual
quieren apropiarse se agoté.


Ese objetivo, o esa riqueza, según se quiera ver, en nuestro caso está
representado por el petróleo. Los gringos que siempre han tenido en
nuestro país cipayos a quienes pagan bagatelas (si se les compara con lo
que ganan), pusieron en marcha, hace un par de décadas, un plan destinado a
adueñarse de unas reservas petrolíferas de tamaño gigantesco (hoy se sabe
que son las mayores del mundo) ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco
o Faja Petrolífera Hugo Chávez como bien merece llamarse.


El trabajo de apropiación lo iniciaron a través de una campaña destinada a
sembrar en la mente del colectivo nacional la idea de que no se trataba de
petróleo sino de bitumen; que su explotación era muy riesgosa y necesitaba
de tecnología no disponible; que había que incentivar a los “sacrificados
inversionistas” reduciendo las regalías en 97% (de 33 a 1%) y los impuestos
en casi 50%.


Ya nos tenían “montados en la olla” cuando apareció Chávez en el escenario
político y de un plumazo echo por tierra sus planes. Allí, justamente allí,
se inició la campaña de odio que hoy brota del alma de decenas de miles
escuálidos y la batalla por derrocar la Revolución Bolivariana.


Esto que acabamos de describir, es tan obvio y está tan documentado que
parece increíble que no sea comprendido por algunos que dicen amar la
patria (lo cual dudamos); pero es, sin dudas, el resultado de lo que
siempre hemos llamado la idiotización escuálida; inducida por unos medios
especializados en ello.


Esa masa impensante que hoy está drenando su odio, su fascismo y su
xenofobia en Venezuela no ve más allá de sus narices. Ninguno se pregunta
¿Derrocar al gobierno para qué? ¿qué pasaría inmediatamente después de
ello, si se logra? Cómo se alcanzará la felicidad suprema que les ofrecen?
¿Cuál es el plan para resolver los grandes males del país?


Hágale usted, amigo lector, a cualquiera de esos “honestos y pensantes”
estas preguntas y verá cuan profundo es su pensamiento político. Son
autómatas que creen que con repetir pendejadas, insultar y de cuando en
cuando agredir a otro más débiles se convierten en estadistas.


Allí están, promoviendo una escalada de violencia como tantas veces.
Ninguna diferencia con lo ya visto en el 2002 y en otros momentos. Altamira
pretende nuevamente ser declarada como “territorio liberado”; la
violencia que le atribuyeron a los Círculos Bolivarianos hoy se la achacan
a los colectivos; los francotiradores están nuevamente en acción; los
paramilitares están allí; asesinan gente de lado y lado, para culpar al
gobierno; la destrucción de bienes públicos y el intento por paralizar el
transporte colectivo vuelven a formar parte de su estrategia. Lo único que
les falta es el Pilín León


Febrero 2014


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Alexis Arellano


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