Su historia política es triste y maquiavélica. Ama la cacería humana, los baños de sangre aunque se viste de angelita y se va a ver al mismo Obama, su santo negro por aquello de Andrés Eloy que dice, “Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero/… aunque la Virgen sea blanca/, píntame angelitos negros”. ”.
Ella es una persona cárnica y su alma es desalmada por cuanto manda a armar a sus hordas para que salgan a guarimbear.
Ella aspira a ser Presidenta de Venezuela para parecerse a la Ángela Merkel de Alemania y a la tristemente famosa y nada cándida Eréndira, perdón, égida, Margaret Thatcher, la británica aquella, sobre la que el poeta Gustavo Pereira escribió un somari genial: “Colgó el retrato de la Thatcher en la pared del cuarto y se dijo: Cuando empiece a gustarme me suicido”. Por eso yo digo lo mismo. El día que me guste María Corina, la ex diputada de la Asamblea Nacional y embajadora plenipotenciaria de Panamá ante la OEA, me suicido.
Sobre esto, sin embargo, hay un detalle nada curioso. Ella es quien se anda suicidando a trocha y mocha. Su precandidatura presidencial dentro de las filas de la MUD la dejó en tercer lugar, si mal no recuerdo. Enrique Capriles y el Pablo Pérez del Zulia le dejaron apenas la medalla de bronce con cien mil voticos pichurros. Sus metales no relucen, aunque administra la plata de Gringolandia para tumbar el gobierno legítimo, democrático y popular del Presiente de la República Bolivariana de Venezuela, señor Nicolás Maduro Moros, el hijo de Chávez, gústele o no, a quien le guste o no le guste. Así es la política, así es el destino.
María Corina debe vivir una historia muy triste dentro de sus frustraciones y rabias. Apenas ha podido hacer matar tres decenas de ciudadanos y ella necesita matar al menos 500 para que lleguen los marines y nos vuelvan polvo. Ella espera pasarse todo ese ejército norteamericano por donde ella quiere pasárselo para que van lo verraca que es. Ella quiere notoriedad, quiere renombre internacional y está ávida de poder.
La riqueza que ostenta no le basta. Allá en la OEA salió con las manos entre el rabo pero algún senador gringo dulzón dice que esta dictadura chavista hay que acabarla al precio que sea porque echando esta dictadura chavista abajo se cae también la dictadura fidelista cubana. ¡Dios mío cuanta amargura para esta cándida y triste María Corina y su patria desarmada! Pobrecita la pobre. Ayudémosla a ser feliz. Eso es muy fácil darle la máxima felicidad posible a una venezolana tan inteligente, tan valiente, tan dulce, tan inocente, tan bella, como María Corina. ¿Cómo la ayudamos a ser feliz? Pues muy fácil. Veamos.
Quitémosle todas las misiones sociales al pueblucho hediondo ese que aquí llaman compatriota, camarada, hermanos mismos, revolucionarios, patriaomuertevenceremos, los chavistas y demás fos, porque han cambiado sus ranchos feos por lindas casitas a través de la Misión Vivienda que le cuesta tanta plata al Estado.
Quitemos las pensiones a esos viejitos del Seguro Social para que se mueran más rápido. Sale más barato gastar plata en las 25 mil urnas que mantenerlos diez años a razón de un salario mínimo de Bs. 3.270,30 por anciano.
Quitemos la gratuidad a la educación universitaria, básica y secundaria y que sólo estudien los de la hight en colegios privados. Los pobres que se dediquen a recoger las plastas en la calle. Los más bonitos que sean los más estudiaditos y los más riquitos. No es racismo, señores, es depuración de clase. En 20 años pareceremos unos gringuitos también. Unos cachaquitos, como les dicen en Colombia.
Quitemos a esos ministros tan patéticos, tan bocones y tan trabajadores y pongamos puros hijos de papá y mamá, los amiguitos panas de Leopoldo López y Enrique Capriles. En Voluntad Popular y Primero Justicia hay puros chamos bien bellos que serán los nuevos ministros sifri de la cárnica presidenta María Corina y sus cuerdas de desalmados.
Quiten esos soldados tan feos de la Fuerza Armada Bolivariana y pongamos puros gringos marines que también son de los más bellos. Así el ejército se convierte en un verdadero Míster Universo y Donald Trump y Osmel brincarán en una pata junto a Cisneros y su combo. Nuestros marines pitiyanquis-colombo-venezolanos no se dedicarán a cuidar Mercales ni Pedevales de esa gentuza ni a nada que suene a socialismo. Se dedicarán a trabajar en las oficinas controlando drones que espiarán hasta la forma de agacharse para evacuar de los antiguos chavistas para que en EE.UU sepan en tiempo real todas las cagadas que aquí en Venezuela hacemos. Al primer parpadeo de alguien, PUMM, la bomba de un dron inteligente. Eso no sería dictadura sino tecno-democracia, muy distinto a la burro-cracia de Maduro. “Ay Dios mío que sufrimiento con este gobierno” (dice por dentro María Corina, según el narrador omnisciente de este cuento).
Saquen de la Asamblea Nacional a Diosdado Cabello, porque no le quiero ver ni un pelo, dice María Corina, la cárnica protagonista de las guarimbadas financiadas por la CIA y la NSA y la embajada de USA en Caracas. Hay que matar a esos roedores del gobierno. No dejan para nadie.
Denme a PDVSA enterita. Quiero hacer negocios petroleros con el Norte. Esto sí va ser grande, compañeros de Acción Democrática, de COPEY, del chiripero y de las demás ratoneras del pasado. PDVSA será otra vez la gallina de los huevos de oro que necesitamos los de la oposición porque tenemos sufriendo más de quince años y nos están metiendo un huevo por el medio de la frente. Ay fos, es un huevo güero. Como los que lanzan los chamos en carnaval. Un huevo piche, un huevo podrido. Hasta puede ser un huevo de tierra.
Como ustedes conocen muy bien el cuento del Gabo no les vamos a fastidiar con esta historia. Bueno María Corina, no pierdas la fe en tus sacrificios. Como aquella Cándida Eréndira, fájate como debes fajarte y cree en tus sueños, mi hermana. Quizás reúnas lo que esperas reunir para que tus cuentas te cuadren. Mientras tanto, nosotros los que seguimos aferrados al Comandante Eterno que tanto te huele a fos también, le echaremos un camión al lado de Maduro, como siempre lo hemos hecho en este país tan bello, mientras tú, metida en una carpa en Nueva York, Miami o Washington crees que te las sabes todas. Fájate mi hermana. ¿Cuántos marines serán? Uy, eso te va doler.
Pero la vida no es cuestión de tristezas, es cuestión de vivir contra morir. ¿Sabe quién dijo? No lo sabe. Lea el Preámbulo de la Constitución y lo sabrá porque ahí está un rosario para que nuestro pueblo en vez de morir tenga cómo vivir, para que en lugar de pasársela mancillado por las botas opresoras que usted pretende meternos por las orejas se libere y se le trate con dignidad, para que los mecanismos imperiales a los que usted pretende abrirles las puertas de la Patria sagrada de Simón Bolívar, Miranda y Zamora para que vuelvan trizas nuestras reservas naturales y mineras jamás dobleguen la voluntad guerrera de esta nación chavista-bolivariana-arrecha. Eso lo escribió el Poeta de la Revolución, Gustavo Pereira, en 1988, en plena dictadura del puntofijismo, en su libro VIVIR CONTRA MORIR.
Usted, lo sabemos, alimenta lo contrario. Morir contra vivir. Sus desalmados aunque estén bien armados, jamás nos vencerán. Tenemos la poesía de la revolución chavista metida en nuestros corazones mientras ustedes tienen en su corazón los fajos de dólares. Es una diferencia de capitales, el capital humano contra el capital imperial, pero ya usted ve cómo está la balanza moral en nuestro gran país. Siga gastando pólvora en zamuro para seguirle el juego al zamuro de la Casa Blanca, quien también huele a azufre, pero usted y su combo no volverán. NO VOLVERÁN. ¿Quiere que se lo diga en chino?
Mejor le dejo estos versos del poema de Andrés Eloy “Píntame angelitos negros”, con la pequeña adaptación de género que el caso suyo amerita, por tratarse de tan distinguida dama de la política internacional. Es para su absoluto goce mientras yo miro su retrato pensando si me suicido o no me suicido (¡Qué angustia!):
“Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo
angelita del diablo
serafina currucusera.”
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