Mi palabra

Una doctora con su cacerola

«A los médicos sabios,
prudentes y discretos
los pondré sobre mi cabeza
y los honraré como a personas divinas”
Miguel de Cervantes


En los últimos años en nuestro país, nadie se ha escapado de escuchar el sonido de una cacerola; ese método de protesta apareció en el gobierno del comandante Chávez; sonaban de ambos lados con cierta tolerancia, sin llegar al salvajismo propio de los cavernícolas, como está sucediendo en estos momentos; la saña y la maldad es la acción de la oposición, que solamente un estado democrático, asechado por enemigos internos y externos lo puede permitir; ni siquiera la naturaleza se ha escapado de los enfurecidos opositores; en muchos casos, han arremetido con todo lo que han conseguido a su paso, totalmente fuera de control, dejando muerte, desolación y algunos estados paralizados con graves consecuencias para la economía y la educación

En los años que tengo participando activamente en la política venezolana, he visto momentos tristes y lamentables, que se han quedado sin castigo, como son los casos de la desinflada IV República. En muchas oportunidades me he conseguído a personas, pasadas de la raya, como dicen ahora en los bajos fondos; todavía mantengo en la memoria un episodio de un señor, con dinero y envalentonado, cuando en repetidas oportunidades me gritó tratando de lucirse delante de un grupo de personas, entre ellas unas damas ¡No te da pena, vender ese periódico; tú eres un viejo! Todas estas ofensas e insultos me las tomaba de una manera muy alegre, porque estoy plenamente convencido, que la tarea más difícil y noble de un ser humano, es ayudar a crear conciencia en la población.

Son muchos los profesionales de distintas ramas y pensamiento político, que he conocido, la gran mayoría médicos militantes de Acción democrática; con algunos he mantenido una buena relación; les llevaba revistas cubanas y soviéticas, que llegaban mensualmente; de esa forma se creó una camaradería, que, a pesar del paso de los años se ha mantenido, aun, cuando el medio para establecer esos contactos se acabó por completo: desaparecieron las revistas, como se extinguió la conocida Unión Soviética y la crisis económica de los cubanos, producto del bloque, fue mermado la impresión de muchas publicaciones.

A este pequeño relato, le puedo añadir los años que estuve visitando, como los evangélicos el hospital central Acarigua-Araure, siempre con el semanario del partido comunista debajo del brazo; en esas andanzas conocí a quién es mi compañera, una humilde y abnegada profesional; nadie la puede señalar de haber hecho de la medicina un comercio o un negocio, sin embargo no se escapó a la barrera impuesta por la fracción de médicos adecos del estado Portuguesa; en aquella oportunidad, salió a concurso el cargo de Psiquiatra en el IVSS y por lógica le correspondía, tenía dos años ejerciendo esa vacante; eso no bastó, le aplicaron el mismo método de siempre: se lo dieron a uno de sus compañeros; privando con mucho peso, el criterio de verla al lado de un comunista; colocaron nuevamente a disposición de un jurado el empleo, porque el favorecido, solamente quería el nombramiento, pidió el traslado para Barquisimeto; no se presentaron más aspirantes, tuvieron que asignarle el cargo a regañadientes; en esa labor tiene 28 años ejerciendo la profesión de Psiquiatra de una manera digna, poniendo en práctica el juramento hipocrático.

Todas estas experiencias amargas, vienen a la memoria con las nuevas y descabelladas actuaciones de algunos galenos, ofuscados por el odio visceral, hacia todo lo sembrado por el comandante eterno Hugo Chávez; muchos desconocen la historia de nuestro país, o se hacen los desentendidos, llegando a pronunciar palabras fuera de orden, muchas veces apartadas de la noble profesión, echando por la borda el sagrado juramento en el momento de la graduación.

Nadie puede entender, como una profesional de la Psiquiatría, en un congreso de esa especialidad, recibió el premio de una rifa: un vehículo cero kilómetros, con una risa burlona, lanzando una expresión fuera del momento ¡Lástima que es rojito! Ese caso, parece insignificante ante la expresión de una doctora, quien recibió la llamada de una colega, para preguntarle si podía ir para seguir con el tratamiento de la enfermedad, que la está aquejando, de la cual se está restableciendo de manera satisfactoria; la respuesta fue una verdadera bofetada a través del hilo telefónico: ¡No venga, porque yo no tengo tiempo para los pacientes; mi tarea en estos momentos es salvar a la patria! esta expresión se le oye, cada momento a María Corina y compañía.

A raíz de los últimos acontecimientos en el intento de acabar con el gobierno, una doctora del Seguro social de Acarigua, la sacó de jonrón (permítanme esa expresión del béisbol); estando de guardia en la emergencia, agarro una cacerola, para invitar a los presentes a protestar; rápidamente recibió la respuesta de una valiente enfermera, quien le recordó, cuál era su función en la institución. Estos malos ejemplos, nos demuestra el grado de irracionalidad de algunos profesionales, que solamente piensan en su beneficio propio, olvidando un hermoso pensamiento del padre de la medicina Hipócrates de Cos: “Si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño.”





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Narciso Torrealba


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