Qué vaina, estamos salaos, no pegamos una contimás dos; España estrena Rey mientras que Venezuela sigue con la vieja Sota, ésta de la MUD, pero nuestra nuestrica.
Y, acaso algún día -tal vez no tan lejano, cuando San Juan agache el dedo, y nosotros los patas en el suelo podamos convertirnos en patas en el aire y etcétera- podríamos elevar a nuestra susodicha a un sitial más alto, Reina de Venezuela o de Panamá pero, Reina; y, cuidado cuidadito porque ya al paso que vamos podría ser, inclusive, a un pelo más arriba: Emperadora.
¡Es que Sota Machado anda como petra por su casa, hablando y haciendo lo que le da la gana sin que nada ni nadie la perturbe y menos la intimide!
Ah, lo malo es que nuestra Sota anda esgaritá tal vez por falta de un buen Soto Consorto (valga así) que la someta a disciplina; mas, a modo de símil nuestra Sota es de rancio pedigrí, tanto como lo es la realeza europea y de Monarco a Monarca, consorta o consorto e incluso consorte, a la nuestra Sota lo que le falta es un empujoncito para acceder a Miraflores e instalar ahí un tronco´e reinado.
Y, por cierto, yo no sé leer pero me escriben -valga que me mandan cartas que me son leídas y, a la vez, para responder o para escribirle una notica a aporrea, tal ésta, me valgo del mismo procedimiento-, de tal manera que los posibles horrores ortográficos que los millonos y millonas lectoros y/o lectoras de aporrea pudiesen observar, no son de mi incumbencia ni del editor sino del/la transgrescriptor/a que me sirve de albacea y a la vez de amanuense.
De todos modos, vayan mis disculpas por las indirectas metidas de pata a que aludo.