Por esas incoherentes argucias que manipula el Ex –Secretario Ejecutivo de la MUD, cualquiera se da cuenta que echo de lado las añoranzas acantonadas, pues a destiempo considero llegada la hora de coronar su carrera política. Contrariamente a las recurrentes impertinencias de esos burguesitos mal entretenidos como Leopoldo López, Marina Corina y Capriles, Ramón Guillermo Aveledo hace años entendió a medias que cuando se trata de alcanzar el poder, no es cosa de soplar y hacer botella, pues con razón los orientales venezolanos están claro cuando dicen “que para coger guabina hay que mojarse el culo”.
Quienes hayan leído la carta de Guillermo Aveledo, entenderán que fue brusca y nada calculada esa reacción al verse acorralado por brollos de muchachos malcriados que sufren de glotonería de poder. También ante los ojos de analistas y observadores ha resultado inexplicable, que, discípulo de zorros maquiavélicos como Caldera y Herrera Campins, haya sido tan torpe redactando su propia sentencia de muerte, pues quién no sabe que en política botar la bola equivale a lanzarse al precipicio. Suponemos que Guillermo Aveledo anda reprochándose a si mismo, porque mortifica saber que pasan los días y nadie lo haya convidado a desistir de la renuncia. Por el contrario, en la MUD ya barajan formulas, sin que su nombre aparezca para nada, ni siquiera como premio de consolación. Total, “a rey muerto, rey puesto”, reza un viejo refrán que no tomo en consideración quien se hizo el autogol.
Afirman los asiáticos que el fracaso es la madre del éxito y cada golpe nos hace mas listo, por lo que resulta inexplicable que después de tanto batallar y batir el cobre en la política, Ramón Guillermo haya obviado que no por mucho madrugar amanece más temprano, y que de la prisa solo queda el cansancio. En definitiva, este fue el graso error de quien se precipitó en sus planes y no tomó en cuenta que hasta el 2019 no es prudencial hablar de elecciones presidenciales. Por cierto, Nicolás Lenin solía decir que “quien mucho corre, pronto para”, receta que recomendamos a quienes se desesperan y no saben administrarse en el tiempo y en el espacio histórico.
Por querer entrar a Miraflores en calidad de Jefe de Estado, se han peleado muchos a quienes creíamos sabios y astutos, resultando después unos perfectos gallos patarucos. Entre tanto, el palacio de Misia Jacinta, aún continuara conservado los encantos y la imponencia con los que Joaquín Crespo quiso congraciarse con su esposa Jacinta Parejo, pitonisa que cual bola de cristal cree leer el futuro en una tapara llena de abejorros. Por lo visto, esta de anteojito que por gracioso y pasarse de listo con una carta suicida, Ramón Guillermo Aveledo, esta vez ni siquiera vuelva a entrar a Miraflores, aunque sea como tantos de los invitados a esos diálogos palaciegos que todavía no se les ve el fruto.
