Les confieso que me da cierta “vaina” cuando escucho a algunos compañeros señalando, aupando y arengando en la necesidad de una oposición más seria. No sé, pero me parece que es una pendejada exigirles a ellos que se enserien. Mientras más torpes sean, mejor para nosotros, ¿o no? Imagínate por un momento una oposición un pelito más seria y contundente, les aseguro que nos haría mucho daño, demasiado diría, más del que nos han causado hasta el momento. Con tanto funcionario ineficiente, burocratizado y pata e’ bola, con tanto compañeros así, pues una oposición medianamente cuerda segurito que nos tuviera haciendo pasar aceite hereje. Entonces, lo menos que les puedo decir a mis queridos compañeros es que nos pongamos a hacer lo que tenemos que hacer y dejemos que los opositores se comporten como su real gana les ordene, que nosotros le daremos la respuesta acertada.
La tarea que tenemos por delante, la pequeña tarea que no dejo el comandante supremo, no es cualquier cosa, se trata de consolidar una nueva sociedad, una sociedad distinta, diferente, disímil, opuesta y contrapuesta a la que aún tenemos. Se trata de construir la sociedad socialista y eso no son conchitas de ajo. Con tanto ministerio ineficiente, lento y tardío a la hora de dar respuesta, con tanto funcionario convertido en cumplidores de tareas, lo que nunca deberíamos ni pensar es implorar por una oposición medianamente seria. A los funcionarios les preocupa estar bien con el jefe, a los revolucionarios nos preocupa estar bien con el pueblo.
El problema de la guerra económica nos ocupa demasiado tiempo, el desabastecimiento inducido o no, nos tiene ocupados el tiempo que deberíamos dedicarle a otras tareas más estratégicas. Vivimos en una economía de guerra, operativos tras operativo, mientras descuidamos la actividad productiva que es lo realmente importante. El contrabando no se ha podido mermar, se siguen fugando nuestros productos a otros mercados, no hemos podido hacerle ni tantico así a esta delicada situación. Lo que si sabemos y saben todos, es que el contrabando pasa por los sitios legales de vigilancia, el contrabando solo es posible bajo el amparo de la complicidad interna, entonces es allí donde debemos atacarlo y no sigamos echando manotones de ahogado. El cemento, la cabilla, la distribución de gas domestico, eso es una perfecta locura, los culpables están dentro, digo yo, porque no se le ve otra explicación a ese asunto.
En cada pueblo todos saben quién es el que vende el cemento o la cabilla a exorbitantes precios, entonces porqué buscar en otro lado. Los contrabandistas son los opositores pues quien practica el contrabando será cualquier otra cosa menos revolucionario. Creo que la seriedad debemos aportarla nosotros. ¡Socialismo o nada! ¡Viva Chávez!
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