La llamada Coordinadora Democrática, aquella que impulsó el golpe de abril del 2002, la huelga sin obreros en vanguardia, ni siquiera a su lado y hasta el sabotaje petrolero, desbaratado justamente por los trabajadores del sector, sólo pudo ponerse de acuerdo en las forma de lucha fracasadas para intentar deshacerse del gobierno. Sencillamente porque eso no es suficiente.
La IV república se había desmoronado por ligar su destino a las recetas del Fondo Monetario Internacional, cual plegarias que nunca cambian y sólo obedecen al designio de proteger el capital sin importarle la gente. Quien les desplazó, supo cambiar inteligentemente de forma de combate y tremolar un programa popular y revolucionario. Por aquello de seguir con lo mismo, quienes se sintieron amenazados y desplazados por Hugo Chávez y su proceso bolivariano, que forman un extenso abanico, sólo acordaron en cómo hacer para destituirlo. Al intentar la vía electoral se vieron aplastados por aquella persistente avalancha de votos que solía atraer el comandante. Ante aquella realidad, muralla inexpugnable, apelaron a las acciones mencionadas al empezar este trabajo, cuyos resultados son de sobra conocidos.
La Coordinadora Democrática se pulverizó y tan rápido que no tuvo tiempo de levantar la huelga que decretó, que según Carlos Ortega, entonces presidente de la CTV y cabeza visible de aquellos hechos, “se les fue de las manos”.
La huelga, intento de golpe, sabotaje petrolero fracasaron, porque Hugo Chávez y su proyecto bolivariano gozaban de un respaldo popular y militar en coincidencia, sin antecedentes en Venezuela, frente al cual la Coordinadora Democrática no tenía nada qué ofrecer, ni cómo ponerse de acuerdo, fuera de la sola forma de lucha, apoyada en el temor y el egoísmo del capital y amplios sectores de la clase media.
Cuando nace la MUD, con una integración distinta, en la cual los partidos pasan a jugar un rol más definido, se encuentra con la misma dificultad; la de cómo hacer para elaborar y más que eso hacerlo conocer de las masas, si entre quienes integran aquel frente prevalece la idea de volver a las fracasadas formulaciones del Fondo Monetario Internacional y poner por encima de los intereses de la gente los del gran capital nacional e internacional. Aunque también es obvio, pese haya quienes no ven más allá del bosque, para decir un lugar común, que entre los opositores hay diferencias profundas de clase, aspiraciones y formas de ver las cosas.
Entonces con ella, la MUD, en buena medida, se repite la historia de la Coordinadora Democrática, alternan las formas de lucha; van de la lucha electoral formando planchas o candidaturas únicas, repartiéndose un proyecto de pastel a lo golpista, en la cual la guarimba y los guarimberos, paramilitares incluidos, militares sin tropa ni prestigio, aunque de alto rango, de repente pasan a jugar un rol descollante, para al final sólo encontrarse con el fracaso.
En las últimas elecciones, las regionales, para escoger Gobernadores y Alcaldes, envuelven la consigna golpista del “plebiscito”, para gritar ¡Maduro vete ya!, con la manta electoral y la MUD, al frente de ella y con su anuencia, aunque fuese por omisión, Ramón Guillermo Aveledo. Por supuesto, como antes, no hubo propuesta alguna para atraer a un electorado que no se conforma con el odio al chavismo y una invitación a conspirar. Lo que explica aquel rotundo fracaso que les dejó con las tablas en la cabeza.
Ante estas circunstancias, en enero, cuando para cualquier político sensato, ante los resultados electorales de diciembre y teniendo quizás en sus manos los informes económicos que anunciaban serias dificultades para el gobierno a muy corto plazo, en lugar de esperar el desarrollo de los acontecimientos o la maduración del proceso, de inmediato se embarcan en otra salida oportunista, tan disparatada como las anteriores, expresada en la breve frase “La salida”.
Es cierto, todo el mundo hoy lo sabe, aquella triste y dolorosa aventura, también sin programa económico y social, sin oferta para atraer a las multitudes, sólo repleta de violencia en sus propios espacios para dañar a los pobres que por allí transitasen, como la colocación de aquellas guayas para degollar motorizados, estuvo personalizada en Leopoldo López y la señora Machado, pero el resto de la dirigencia opositora, empezando por Aveledo hizo mutis, aunque fuese discretamente participó y sobre todo espero a ver qué salía de aquello. La omisión entre dirigentes de la MUD fue una política oportunista frente aquel carnaval de torpezas. En esto Aveledo, aunque ahora él y sus cómplices quieran ocultarlo o hacer que se pase al olvido, tuvo una gran responsabilidad. Pero lo que es más grave para él, no apoyó a los de “La Salida” como ellos esperaban, por lo que ahora han presionado para sacarlo pero tampoco hizo nada para contener aquella cadena de errores. ¡Eso se paga! Por esto, dudo que tenga sustento la idea que el mismo que se prestó para tumbar a Chávez y declarar en huelga al béisbol, tenga posibilidades candidaturales para la presidencia, lo que no niega que ese sea su deseo.
Ahora, Capriles, quizás por aquello que aunque sea golpes se aprende, cambia de actitud y hasta quizás de asesores, es como por demás obvio, que percibe que hay que acercarse a la gente humilde que se mueve y vive en medio de dificultades. Piensa, con otros de la oposición, que hay que romper la muralla del chavismo construida con el material del pueblo. Otros, en la oposición, que antes que él pensaron lo mismo pero se dejaron arrastrar o neutralizar por los violentos, empiezan a reorganizar sus ideas y buscar fórmulas para ese fin.
Eso significa ponerse de acuerdo para formular un programa que pasa por definir con certeza la forma de lucha pertinente y los contenidos económicos y sociales del mismo. Pero esta circunstancia, por lo que hemos visto, lo que sabemos, implica una redefinición también de las candidaturas para que haya coherencia y el discurso, por su forma y contenido, sea creíble.
Estando así las cosas, el panorama pareciera más complicado para la oposición porque los que hasta ahora han dominado pero también con mayor responsabilidad en los fracasos, no parecen tener intención de rebajar el nivel de sus aspiraciones. Pudiera ser más fácil para ese universo, ponerse de acuerdo en una forma de lucha para tumbar al gobierno, aunque después se maten entre ellos, que en un programa en el cual cada quien, como clase e individuo, debe dejar de lado sus egoísmos para alcanzar el milagro de la unión. Por estas cosas es que “la MUD está perdida en un laberinto”.