Ha dicho Herman Escarrá, que "para que se proceda convocar a una constituyente debe haber", lo que él llama "un momento constituyente"; y este no es más que un estado crisis profunda y de emergencia nacional.
Cuando en 1998 Chávez ganó las elecciones, cumpliendo con su oferta electoral, llamó al proceso constituyente porque al parecer de una gran mayoría, la situación de Venezuela, pasaba por eso que Escarrá llama "momento constituyente". Cuando se consultó a los venezolanos en abril de 1999 para la convocatoria a una constituyente, el 87.75 % de los votantes lo hicieron por el SI; es decir en favor de lo propuesto o solicitado por Chávez; la oposición, que se negó abiertamente a esa solicitud, obtuvo apenas un porcentaje "escuálido" de 7.26 de los votos depositados.
No advirtió la oposición venezolana que vivíamos un "momento constituyente", sobre todo después de aquellas situaciones críticas como el Caracazo, dos alzamientos militares de manera casi consecutiva, lo que desmoralizó al ejército, la destitución por la vía constitucional del presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, el quiebre de las finanzas públicas, la caída estrepitosa de los precios del petróleo, entre otras razones por la política anti OPEP de los gobiernos venezolanos, el escandaloso bajo nivel de las reservas internacionales, por sólo nombrar algunas cosas puntuales y para rematar, el fracaso del segundo gobierno del Dr. Caldera. Pero si lo percibió el recién electo presidente en diciembre de 1998, por lo que pudo hacer aprobar su solicitud de manera tan holgada. La oferta de la derecha, la misma de ahora, había resultado un engaño para las mayorías.
Cuando se eligieron los diputados para integrar la Asamblea Nacional que se encargaría de elaborar el proyecto de constitución, los partidarios del presidente fueron escogidas en mayoría abrumadora, lo que ratificó la pertinencia de la percepción del comandante. Como también lo sucedido cuando se llamó a votar, por primera vez en la historia de Venezuela, al pueblo soberano para aprobar la constitución que ahora nos rige.
En esa oportunidad, pese que la Asamblea Nacional Constituyente, estuvo integrada por representantes de la oposición y por tanto esta tuvo responsabilidad en la elaboración del proyecto sometido a consulta, aquella optó por votar en contra de éste. Así el 15 de diciembre de 1999, la oposición obtuvo un pírrico 28.22 % de los votos en contra del proyecto; Por lo que, éste resultó aprobado con el respaldo abrumador del 71.78 % de los votantes.
Lo anterior, nos deja claro dos cosas. La oposición votó contra la constitución vigente, pero sólo logró un margen demasiado pequeño para negar que aquél fuera "un momento constituyente".
Pero podríamos agregar algo más, para que la definición del momento no deje dudas. En las elecciones presidenciales del año 2000, como resultado de la aprobación de la nueva constitución, el candidato Hugo Chávez, entonces presidente de la República y promotor del movimiento constituyente, alcanzó de nuevo el triunfo con el 59.76 % de los votos.
Cabe hacer mención, el hecho insólito e inédito, que quien ejerce la presidencia, apenas unos pocos meses después, se vuelve a medir con la oposición para ser electo a un cargo que apenas comenzaba a ejercer. La oposición presentó dos candidatos, Francisco Arias Cárdenas, quien poco tiempo atrás se desprendió del chavismo y Claudio Fermín, conocido dirigente de AD. El primero alcanzó el 37 % de los votos y el segundo un demasiado triste 2.72 %. Esos resultados se dieron, pese al hecho que Arias Cárdenas optó por separarse del proceso bolivariano, siendo él un prestigioso dirigente del mismo. La representación auténtica de la derecha, Fermín, tuvo que avergonzarse con aquella raquítica cifra.
Todo esto último confirmó lo que venimos sosteniendo y dicho en las palabras de Hermán Escarrá, que aquél era y fue "un momento constituyente". Así lo comprendió Chávez y por eso no dudó, siendo presidente electo, en convocar a Constituyente, elaboración de una nueva Carta Magna y hasta someterse a un nuevo proceso electoral para ser reelegido.
Por estas cosas, sabiendo que ese "momento" no existe en la Venezuela de hoy, parte importante de la oposición considera, con toda razón, inviable la intención de la extrema derecha, liderada por López, Machado y Ledezma de convocar una constituyente para deshacerse del gobierno de Maduro y volver en gran medida a la constitución de 1961, según lo expuesto por voceros de ese sector, como juristas y constitucionalistas que son, como la señora Rosa Mármol de León, Tulio Alvarez y Oswaldo Alvarez Paz. Por cierto, un amigo opositor, en comunicación con el suscrito, calificó como "paradójico", que estos dos últimos aparezcan haciendo ese llamado habiendo sido constituyentistas en 1999.
Para convocar la constituyente, la oposición sólo tendría que recoger el 15 % de firmas correspondientes a inscritos en el CNE, pero eso no es suficiente para ganar la consulta. Ya Chávez, les derrotó cuando convocaron el revocatorio y eso podría repetirse con Maduro. Las dificultades que confrontamos los venezolanos, en muy buena medida derivadas de la acción conspirativa de la oposición con la ayuda de productores e importadores y distribuidores de mercancías, una larga lista de contrabandistas que conspiran al mismo tiempo que hacen negocios asquerosos, no han ayudado a la oposición a unirse en torno a un proyecto político económico, diseñar una estrategia común y ni siquiera definir un liderazgo que sirva de referencia. Por lo que la oposición no está en condiciones de ganar un proceso constituyente, en la primera y la segunda fase. Por lo que ese esfuerzo, podría colocarla en peores condiciones que las que ahora confronta.
¿Qué tal si la oposición pierde esa convocatoria constituyente y lo que es peor la integración de una Asamblea para reformar la constitución, habiendo de por medio su insistente práctica conspirativa y saboteadora?
En el sector opositor hay gente que mide bien la magnitud del esfuerzo y los riesgos que corren. Además, los de "La Salida", los mismos que ahora tremolan la bandera constituyente, no han botado el lastre del golpismo y no garantizan a la oposición un futuro promisor. Hay demasiadas derrotas de por medio y el rechazo es por demás enorme.
Seguimos viviendo un momento de cambio, pero no para regresar al pasado como sueña la derecha y quizás, de tanto cometer errores, ella sin quererlo, contribuya a abrir las compuertas para avanzar a buen paso. Podría ser que no haya un "momento constituyente" pero si uno para avanzar profundamente en favor de los explotados.