Un advenedizo, una vez izquierdoso, militó en el PCV, el MAS, uno de esos porteros de burdeles baratos porque no encuentra nada más de qué vivir, a no ser recoger comida en los basureros y los churupitos que le da el vámpiro ya que está en la nómina de la Alcaldía Mayor y no le alcanza, llegó a ocupar el candeloso cargo (especie de papa caliente) de director o presidente de la MUD que tuvo que dejar el viejo zorro copeyano Aveledo (competidor con el vámpiro Ledezma en la aspiración presidencial del 2019) y que desde su salida nadie había querido ocupar. Fernado Pérez Daló, igualmente sacado de un baúl de trastos viejos, en su interinato de conserje rogaba porque viniera alguien a sustituirlo porque no aguantaba más tanta presión en ese saco de gatos que es la Mud.
Nadie quería comprometerse y encontraron al portero burdelero que una vez transitó por la izquierda y recaló no en la derecha sino en la extrema derecha haciéndose “famoso” en un programa de terrorismo mediático que por años se transmitió en esa cloaca mediática que es Globovisión junto al olvidado “Matacuras”. Allí se solazó, por años, con su odio vitriólico contra el Comandante Chávez y el proceso revolucionario, vertiendo veneno a raudales, manipulando, mintiendo, conspirando de manera abierta, con su verbo insidioso lleno de vulgaridades y esperpentos lingüísticos. Si se puede decir que se hizo famoso fue por sus canalladas y maldad. Especie de verdugo de los revolucionarios, cargo que se hizo para él.
Ese el personaje, el presunto líder que fue lo único que encontraron los partidos derechistas y fascistas del cuarto de los trastos viejos de la derecha, porque ni Américo Martín, Carlos Raúl Hernández, Gustavo Tovar Arroyo y otros nombres que sonaron como “presidenciables” de la debilitada alianza se atrevieron a meterse en esa olla de grillos, al punto que al proponer el nombre de Jesús Chúo Torrealba (que al parecer lo propuso Radonski) todos los factores de la Mud lo aprobaron sin discutir, sin poner objeciones, sin chistar, por eso llega, cuando el organismo no sólo está en decadencia, se está desmoronando por las interminable cadena de errores políticos cometidos por sus dirigentes en su lucha por derrocar el gobierno.
¿Es comparable intelectual y políticamente Chúo Torrealba con Aveledo?
La diferencia es del cielo a la tierra. Aveledo es un cuadro político de la derecha oligarca, preparado, ducho en la política y la politiquería de la derecha y de la burguesía, por eso duró tanto tiempo al frente de la Mud y más de uno lloró su partida. Probablemente si éste personaje no hubiese estado al frente de la Mud por tanto tiempo, se hubiese acelerado mucho antes su desintegración, pero cuando se va puede afirmarse que lo que hereda Chúo es un cascarón organizativo resquebrajado, reflejo de las intensas pugnas y enfrentamientos entre los factores que la integran y de la suma de errores y derrotas de varios años.
¿Cuál es el perfil de este personaje que llega a la dirección de la Mud? ¿Tiene la madera, la formación política, la capacitación cultural y académica, la pasta de un líder que fuese capaz de unificar la colcha de retazos que es la Mud, organización que lleva la carga de incontables derrotas políticas por parte no sólo del gobierno sino del pueblo y la Revolución Bolivariana?
Naturalmente que el cuadro político que caracteriza la derecha, dividida, atomizada, con grupos terroristas como el grupúsculo de Leopoldo López y su grupo terrorista Voluntad Popular, el de la Malinche Machado o el del vámpiro Ledezma y su política de “la salida” y el continuo guarimbeo y terrorismo; Ad, Copei, Unt, PJ, los mudistas que tienen su mirada fija en las elecciones de diciembre del 2015 de diputados a la Asamblea Nacional, claro sin condenar ni las guarimbas ni el terrorismo, con su corazoncito fascista y haciéndole el juego al terrorismo y a la subversión.
Ese cuadro, donde el gobierno tiene la ofensiva política, están cayendo presos los líderes terroristas y criminales que, de paso, están cantando como los canarios y echándole paja a todos sus jefes como ha sido público y notorio en el caso del vámpiro Ledezma, de López, la Malinche Machado y otros. Pero no sólo en el plano de la seguridad del Estado sino en la lucha contra el criminal contrabando causándole bajas sensibles y recuperando miles de miles de toneladas alimentos y otros productos estratégicos como gasolina, gasoil, cemento, cabilla y un sinfín de productos; la confiscación de cientos de camiones, una decena de naves, el apresamiento de más de 800 contrabandistas y la eliminación de más de 20 bandas de delincuentes que se dedicaban al contrabando. La ofensiva contra la guerra económica de la oligarburguesía que busca subvertir con ella el proceso revolucionario con el acaparamiento de productos básicos, el escandaloso aumento de los precisos en todos los productos y la especulación y generar el caos económico.
A eso se va a venir a enfrentar el tal Chúo. Nada más y nada menos. Antes que reconstruir y darle un nuevo aliento a la Mud, se puede predecir que le dieron el cargo de enterrador del ya moribundo organismo de la derecha. Tendría que dar un giro de 180 grados en su personalidad y en su estilo político, en su procaz y sucio lenguaje, en su agresividad permanente y en su mal carácter propio de los enfermos del hígado. Nadie en la base opositora le ve punch para unir unos partidos, grupos, grupúsculos, bandas terroristas de por si enfrentados, engreídos en grado sumo, con dirigentes pedantes y que se creen el ombligo del mundo, que lo único que los medio unifica es el odio al chavismo, a Maduro, a la Revolución y al pueblo.
La decisión de darle a Chúo esa responsabilidad no es que es una mala elección y una pésima decisión política, es que –pronto lo veremos– el remedio va a ser peor que la enfermedad. Pobre Mud, pobre derecha