En su terquedad para derrotar y derogar todo lo hecho por el proceso revolucionario bolivariano socialista, la oposición ha ideado una y otra fórmula a lo largo de quince años, tropezando siempre con el fracaso. Sin embargo, esto no amilana sus intenciones, contando con el auxilio siempre a la mano de representantes de la extrema derecha internacional y -cosa nada rara- del imperialismo yanqui. Para la contrarrevolución resulta más efectivo que dicha situación sea permanente, con sus altibajos, de manera que el gobierno venezolano tenga que ocuparse de ella mientras la población chavista -a pesar de conocer lo que debe hacer para expandir los logros revolucionarios- tiene que lidiar con los problemas estructurales generados por el sistema capitalista impuesto en el país, de tal suerte que la mayoría de las veces tiene que confrontar a una dirigencia y a un funcionariado sólo ocupados en su propio bienestar. Esto último pareciera constituir la
baraja de triunfo de los grupos opositores, apostando éstos a que ello cause un mayor descontento del existente entre los sectores populares, quienes se verían defraudados y dispuestos a emitir un voto masivamente contrario a la continuidad del proceso revolucionario bolivariano socialista, tal como se estilaba en el escenario electoral antes de la victoria de Hugo Chávez en 1998.
No obstante, hay que considerar que, aun con las fallas presentes en la gestión gubernamental en sus diferentes niveles, un amplio segmento de la población sigue respaldando el proyecto político diseñado por el Comandante Chávez, lo que hace ilusoria cualquier tentativa de parte de la contrarrevolución para acabar con el mismo. Esta feliz circunstancia choca con los intereses de un estamento político que también maniobra con todos los recursos a su alcance para impedir que la revolución bolivariana sea una realidad cotidiana, sobre todo en lo que respecta a la organización del poder popular por medio de las comunas, cuestión que coloca a las bases chavistas entre dos aguas, por lo que estarían obligadas a definir su rol revolucionario, a pesar de todos los obstáculos con que puedan tropezar debido a unos u otros, "chavistas" u opositores.
Ahora la oposición pretende, una vez más, conseguir unas elecciones presidenciales anticipadas, por lo que su anuncio de recolectar firmas para lograr la convocatoria a una nueva asamblea nacional constituyente representaría un primer paso en esta dirección, lo cual serviría de excusa para provocar mayores disturbios callejeros al no ver satisfecho su objetivo, ya sea porque el Consejo Nacional Electoral no reconozca la validez de dicha convocatoria o porque, sencillamente, no alcance el resultado electoral esperado. ¿Con qué contaría entonces la oposición? Inevitablemente habría que suponer que con una agenda extraconstitucional, acelerando las condiciones de ingobernabilidad en Venezuela que harían desear un cambio para conjurarlas, si antes las fuerzas revolucionarias no saben interpretar el momento histórico en que se halla este país y actúan en consecuencia para hacer la revolución popular y socialista que se procura.-
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!!
¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!