Editorial
Nuestro Presidente, Nicolás Maduro habló. Dijo lo que el pueblo chavista y no chavista estaba esperando con gran expectativa, y arrechera a la vez. Fue corto, claro y raspao, pero contundente. Demostró a los lacayos del imperio como es cuando se tiene al toro agarrado por los cachos. Los organismos de seguridad respondieron. Hicieron el trabajo. Pusieron al descubierto como había sido el horrendo, atroz y vil asesinato de Robert Serra y su acompañante, en aquella tenebrosa noche del miércoles 3 de octubre, en la vieja y querida parroquia de La Pastora. Gloria y honra a los dos jóvenes de la revolución.
1.Ernesto Samper tenía razón
El Secretario de UNASUR, el ex Presidente de Colombia, Ernesto Samper, tenía sobradas razones para expresar que le parecía que el paramilitarismo colombiano había infiltrado las esferas gubernamentales de Venezuela. Por eso se llevo su regaño de la Canciller Holguín. El Alertó al Presidente Maduro sobre lo que él creía. Y así sucedió. El asesinato del joven líder de la juventud venezolana había sido escogido, especialmente para asesinarlo en su casa. La planificación fue más allá de los tres meses. Lo siguieron. Compraron al jefe de sus escoltas. Y ejecutaron el atroz asesinato en tan solo 5 o 6 minutos. Eso quedó revelado en el video que hizo difundir Nicolás Maduro, en rueda de prensa con corresponsables internacionales, como con periodistas locales.
2. La cola del dragón asesino
La cola del dragón asesino se enfureció y cargo su furia contra Robert. La cabeza del monstruo estaba entre Colombia y Miami. Desde allí el gigantesco animal asesino, dirigió su cola. Las intenciones eran de asesinar a varios dirigentes del chavismo. Y no es descabellado pensar que algunos de la oposición estarían en la lista. OBJETIVO: causar una conmoción nacional. Desestabilizar el país. Crear un enfrentamiento sangriento entre los venezolanos, abonando el terreno para que entraran los marines a “poner orden”. Pero los complotados asesinos no contaban con la astucia y la sagacidad de los funcionarios del Sebín y el Cicpc. Tampoco contaban con la madurez de los revolucionarios. No cayeron en la provocación, a pesar del duro golpe asestado al PSUV y a su juventud. Desesperación, larga espera, pero serenidad y esperanza. Y llegó el día.
3. Ahora tras los responsables “intelectuales”
Los detenidos están “cantando”. La canción de la muerte. Son los asesinos materiales. Otros tienen código rojo en Interpol, para lograr su captura. Pero otros, los responsables. Los que denominan los “responsables intelectuales” están “cagados”. Unos fuera del país. Otros dentro. Nicolás Maduro aseguró que caerán. Todos, toditos. Esa es la triste historia de una derecha radical que creyó que en la “salida” estaba la solución del problema, y que Maduro no aguantaría un round. Se equivocaron de banda a banda. Están pillao. Y les espera la cárcel, como premio a sus locuras. Los organismos de seguridad, merecen un rotundo reconocimiento a su eficaz acción. ¡Robert vive, la lucha sigue! Chao. ¡Volveré!