Pasaron de largo las 72 horas que la presidenta del Consejo Legislativo de Miranda, Aurora Morales, como pasaron los años “y esa se marchitó deshojando fantasías”, le dio a Capriles para que se presentase a rendir cuentas. Por la adustez en su rostro, cualquiera pudo pensar que la funcionaria legislativa tenía en sus manos un medio o un recurso para responder por ante la exigencia. “¡Por fin!” pensó alguien demasiado iluso, “lo prensaron”. Algo así como si se le hubiese acabado su cuarto de hora y le dirían “adiós que te vaya bien”.
-“¡Preséntese usted aquí en 72 horas o………..!” Pudo leer o entender cualquiera y hasta creer ingenuamente, “¡ahora sí es verdad que le meterán a Capriles las chivas en el corral!” ¡Pero qué va! Resulta que esa pantomima es repetida. Una película antes vista.
En artículo anterior titulado “Capriles y legisladores de Miranda como que juegan a escondío” (http://www.aporrea.org/
Pero aun así prefiere retratarse con el rey de España, aunque tan devaluado como su propio padre, todavía para mucha gente, eso es una honra que sólo alcanzan los elegidos y allí hay plata. ¿No lo creen? Pues créanlo. Por algo, hasta se conforma retratarse y abrazarse con monedas lisas y devaluadas, en sentido de la política y muchas otras cosas, porque ni como reliquias tienen valor alguno, como Rajoy y Felipe González. Eso si, lo hace y lo publicita, porque es la estrecha imagen que tiene de la vida. Por supuesto, hay una pequeña parte del mercado, conformado por gente roñosa, mohosa y achacosa, no necesariamente por los años, que cree que esos personajes rinden frutos por sus imágenes. Por eso el anda por allá. ¡Claro! Va en busca de real, eso sí lo tienen y de sobra, a cambio de promesas como la de devolverlos con creces si le pone la mano a la botija, porque aquellos no son santos, ni demócratas sino vulgares comerciantes. Aquello es lo más parecido a la Cueva de Alí Babá. Pero aprovecha aquellos contactos también bajo la creencia lo elevan, lo mejoran y le dan lo que ellos, como él, no tienen. Por algo, en la puerta de la Universidad de Salamanca se dice: “Lo que natura non da Salamanca non lo presta”.
Advertí en aquel artículo, no por adivino, sino por haber visto varias veces la película, que no pasaría nada. Me la sé, cuadro por cuadro. Que el itinerante gobernador, candidato presidencial permanente, no les haría caso. No presentaría excusa alguna, no les pararía a ellos y a nadie, porque no ve qué pueden hacerle. No se trata que le sobren razones y testículos para enfrentarlos a ellos y al Estado, sino que percibe, lo que percibimos todos, falta de voluntad e ingenio y si se quiere sobra impunidad. Hay además, y lo sabe, un poderoso aparataje que le apoya e infunde temor en todos lados ¿Acaso alguien le ha pedido cuenta por las consecuencias de su llamado a desatar arrecheras? Pero es más, pareciera que siendo él un aficionado a la pantomima, no como quien hace un ejercicio intelectual, sino designios del destino y aprendizajes donde se practican las malas artes, asume que de parte del Consejo Legislativo, hay mucha disposición a participar repetidamente y en conjunto en la misma obra. Algo como acordado, cada quien en lo suyo, para que los de afuera, crean que no es pantomima, lucha libre de aquella ensayada y payaseada, sino de verdad, verdad, donde cada quien se juega el pellejo entre las sogas. El Consejo Legislativo se ve obligado a dar patadas de ahogado para que aun así, se crea está vivo y coleando.
Aurora Morales le conminó ante el país “preséntese en 72 horas” y el carajito que seguro estoy, lo supo al instante donde estaba, se dio el lujo de reírse a carcajadas. Y esa risa no es de loco. Es de impune.
Leí las nuevas declaraciones de Aurora Morales, dadas ayer lunes 27 de octubre y volví a pensar lo mismo. Pasaron las 72 horas y nada. Esta nada tiene entre manos. Lo que busca no es lo que debería y que en alguna parte debe estar. Alguna forma legal, procedimental o práctica debe haber para encarar a un gobernador que sale del país cada vez que le venga en gana; en las circunstancias que sea, se ausenta de su trabajo sin importarle un comino por el tiempo que le salga el forro sin permiso de nadie, eludiendo no su responsabilidad con los electores sino con la que emana del cargo. ¿De quién son los reales que el gobernador gasta a manos llenas en sus viajes y que utiliza para promocionarse desde allá? ¿Si no son de la gobernación sino que alguien le promociona, no hay en eso un fundamento o algo del cual pegarse?
Al jefe de la mafia italiana de su tiempo en Nueva York, Al Capone, responsable de contrabandear con alcohol bajo la Ley Seca, controlar las apuestas ilegales, el mercado del sexo, cigarrillos y por esas mismas actividades, responsable de innumerables crímenes, muchos de los cuales cometidos por él directamente, le prendieron al fin por un “pequeño asunto” con el fisco. Encontraron un pequeño libro que habló de insignificantes pequeñas fechorías contra el impuesto.
¡Algo debe haber en la Ley! ¡Ese proceder del gobernador no puede ser así y menos decente que los mirandinos lo acepten! ¿Para qué lo eligieron? Es cuestión de tener voluntad, deseos y deslastrarse de la rutina y la pereza. Revisemos las leyes, de golpe, encontramos un elefante blanco o algo, en las páginas amarillas, como aquellos asuntos que mencioné antes, el librito de Al Capone o el decreto de la “República socialista chilena de 1932”.